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Competencia desleal, lastre de la industria siderúrgica mexicana

El mercado nacional del acero creció 12.2% en 2014, pero fue principalmente por las importaciones, que aumentaron 19.5%, sobre todo las provenientes de Japón, China y Corea del Sur. Una opción para revertir esta situación es la reforma energética.

La industria siderúrgica mexicana continúa enfrentada a un escenario poco favorable, derivado tanto de la sobreoferta mundial en el mercado del acero, como de condiciones nacionales que no terminan de adecuarse a las nuevas realidades del mercado global.

Aun cuando el mercado nacional de acero creció al 12.2 por ciento en 2014, ese crecimiento lo captaron principalmente las importaciones, que crecieron 19.5 por ciento, especialmente las provenientes de Japón, China y Corea del Sur.

En cifras de volumen, el consumo pasó de 23.72 millones de toneladas en 2013 a 26.62 millones de toneladas en 2014, mientras las importaciones pasaron a su vez de 10.37 millones de toneladas en 2013 a 12.39 millones de toneladas en 2014, incluidas las temporales.

En contrario, la exportación de productos siderúrgicos disminuyó 3.6 por ciento entre enero y diciembre 2014, para llegar a 5.79 millones de toneladas, en tanto que en igual periodo de 2013 fue de seis millones de toneladas.

Producto de medidas proteccionistas adoptadas por otros países, incluidos algunos de nuestros socios comerciales como Estados Unidos, el déficit comercial del sector acero aumentó a 6.6 millones de toneladas.

En ese sentido, una de las opciones para revertir esta situación es la reforma energética, que debe beneficiar a la industria en general y al acero como parte de ella en dos sentidos: uno el abaratamiento de los energéticos, para situarse en niveles similares a los de nuestros competidores, y dos por un mayor consumo de productos siderúrgicos derivado de la inversión en el sector energético.

En este orden es importante para el crecimiento del mercado interno contemplar como norma un contenido nacional obligatorio, que incentive las cadenas de valor desde la minería, pasando por la fundición de acero, hasta la manufactura de productos especializados.

Sin embargo, definitivamente para la industria siderúrgica mexicana el principal problema actual es la competencia desleal.

El sector, más que ningún otro, se encuentra abierto al comercio internacional con aranceles prácticamente cero desde 2012. Eso ha generado que las importaciones en cuatro años crecieran 84 por ciento, mientras las empresas mexicanas se encuentran en promedio por debajo de 65 por ciento de utilización de su capacidad instalada.

Y es importante recalcar que estas prácticas desleales frustran al esfuerzo que las empresas establecidas en México han efectuado en la última década, con más de 15 mil millones de dólares en inversiones para generar nuevos productos y alcanzar calidades similares a las de sus mejores competidores externos.

Sin embargo, debemos enfrentar en condiciones desfavorables un mercado mundial con una sobreproducción de 600 millones de toneladas (¡30 veces más que la producción nacional!). Competimos con países como China, India, Rusia y otros de Asia y este de Europa que cuentan con subsidios o economías protegidas, en muchos casos con insumos artificialmente baratos.

El actual gobierno ha actuado con un criterio de asegurar la competencia leal y combatir a través de vigilancia y sanciones las prácticas ilegales. Y se ha avanzado, pero subsisten "hoyos negros" como las importaciones temporales, camino al que se han derivado muchas de las prácticas desleales, dado que no existe un sistema
adecuado de control.

Adicional a ello, en este momento en el país tenemos como desventaja combustibles comparativamente más caros que en el mercado mundial.

Otro aspecto es una sobreregulación ambiental. Nos aplican normas que incluso nuestros principales socios comerciales no cumplen cabalmente, porque ambos están fuera del Protocolo de Kyoto.

En este sentido, es imperativo que las importaciones de acero se ajusten a la misma normatividad que la industria nacional, de manera que efectivamente exista una competencia en condiciones de igualdad.

En nuestra opinión, ha sido un error cargar todo el tema ambiental a las
empresas, generando mayores costos y menos competitividad, mientras se soslayan otras áreas de oportunidad para disminuir la contaminación, como por ejemplo políticas de "deschatarrización" del parque vehicular y, en el ámbito de los individuos, incentivar con fuerza el uso de la energía solar que nuestro país privilegiado desperdicia.

* Presidente saliente de la Canacero.

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