Sociedad

La otra cara del paro en el Politécnico

Los pequeños comerciantes aledaños al Instituto Politécnico Nacional son los que más han resentido la ausencia de los estudiantes; incluso, las rutas de transporte público que cubren la zona reportan grandes pérdidas.

CIUDAD DE MÉXICO. Fondas, cafés Internet, tienditas, papelerías y muchos negocios formales e informales de los alrededores del campus del Casco de Santo Tomás del Instituto Politécnico Nacional, han visto mermados sus ingresos hasta en 80 por ciento ante el paro de labores que mantienen los alumnos de esa casa de estudios desde hace ya más de dos meses.

Mientras come pistaches recargado en uno de sus refrigeradores de su paletería porque no tiene clientes por atender, el señor Arturo Rivera asegura que sus ventas han caído en 50 por ciento desde que los estudiantes decidieron cerrar la escuela.

"A todos nos pegó esto. Aquí había mucho paso de estudiantes a esta hora, las 2 de la tarde, era la mejor hora para vender. Pero ahora sólo nos queda esperar, a ver si el 5 de enero entran estos cabrones", dice enojado.

Desde hace nueve semanas, todos los planteles de nivel medio y superior del Politécnico pararon labores en rechazo por reglamentos y planes de estudio.

Aunque ya renunció la directora, Yoloxóchitl Bustamante, y todos los puntos de su pliego petitorio fueron resueltos, los estudiantes aún mantienen atorada una mesa de diálogo con autoridades federales y el nuevo director, Enrique Fernández, por lo que no han regresado a clases.

A un lado de la paletería, ubicada sobre la Avenida de los Maestros, Elizabeth Enríquez mantiene su centro de copiado abierto, a pesar de que sus ventas cayeron 70 por ciento y ha sobrevivido de ahorros para hacer frente a los gastos.

"Llevamos dos meses sin trabajo y seguimos con gastos. Se fueron todos nuestros ahorros y ahora ya nada más nos queda esperar a que regresen", platica mientras atiende a un estudiante de maestría del IPN que asegura que muchos sí siguen presentando trabajos sin necesidad de entrar a las instalaciones.

Elizabeth explica que como un servicio fuerte de su negocio es el encuadernado de tesis, llegan alumnos de otras escuelas para solicitar ese trabajo y eso es lo que los ha hecho sobrevivir.

"Si no, no comemos. Cuando había clases, hasta vacaciones teníamos; ya que tomábamos las dos semanas finales de diciembre o siquiera una, pero ahora vamos a tener que abrir todo el mes para juntar lo de los gastos", dice.

Su empleada comenta que en un día hábil a las dos de la tarde, cuando había clases, su negocio no se daba abasto, las computadoras estaban llenas y había fila para sacar copias o imprimir.

Lo mismo dice la señora Verónica Talavera, que a dos locales del de Elizabeth, también saca copias, pero en estos meses, no hay clientes, al grado de que su patrón le comentó que si en enero no regresan a clases, tendrá que "descansarla".

La papelería de doña Elizabeth Hernández tiene 11 computadoras con Internet y ninguna se usa. Es tan poca la gente que llega que ahora cierra a las 6 y media de la tarde, cuando antes cerraba hasta pasadas las 9 y media de la noche.

"Va a ser horrible este mes", dice la mujer, pues van a tener que abrir todos los días para juntar para la renta, la luz y el teléfono. "Por lo menos que entren 100 o 200 pesos y ya se va juntando de a poquito para la renta del próximo mes, porque los dueños no perdonan la renta".

En la base de microbuses en la que confluyen las rutas 1 y 3, operadores comentaron que su pasaje cayó hasta en 80 por ciento, pues no hay a quienes transportar.

De todos los puestos de las banquetas, ahora sólo hay la mitad y se quitan apenas oscurece, cuando antes se iban casi a las 11 de la noche.

Elia Flores luce aburrida porque no tiene a quién venderles sus hamburguesas. De 120 que vendía, ahora con trabajos vende, si acaso, ocho.

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