Sociedad

Fraccionamientos “fantasma”, herencia de Ingrid y Manuel en Acapulco

Los fraccionamientos Miramar I y II, Colosio y La Ceiba con poco más de mil 500 casas que lucen vacías, después del paso de las tormentas Ingrid y Manuel en 2013, que dejó afectaciones que aún no han sido reparadas.

ACAPULCO. Poco más de seis meses de la tragedia que provocaron los fenómenos naturales Ingrid y Manuel durante su paso por Acapulco, las afectaciones a la infraestructura inmobiliaria de interés social, parecen haberse quedado atrapadas en el tiempo.

Y es que por lo menos tres fraccionamientos que se ubican dentro de la llamada zona diamante del puerto, se han convertido en "unidades fantasma" porque muchos de sus moradores las abandonaron y se resisten a volver.

"Antes de Ingrid si teníamos los servicios y después poco a poco se fueron yendo el agua, la luz, lo que no tenemos en algunas partes es el teléfono, y como le digo las vialidades si ustedes las ven están todavía desechas. Ahorita hay aproximadamente como 16, 17 casas habitadas de más de 400 casas, porque todavía la gente", narró Miguel Castillo Fuentes.

La terrible experiencia que vivieron centenares de ellos en los fraccionamientos Miramar I y II, Colosio y La Ceiba, durante aquel fin de semana patrio del 2013, los orilló a dejar sus viviendas por temor a ser víctimas de una nueva tragedia, cada vez que llueve.

"El gobierno federal únicamente nos envió lo que son los soldados, estuvo aquí la Marina, estuvieron varios soldados ayudándonos a limpiar, a acondicionar todo lo que es de la puertita de la casa a hacia afuera, el gobierno federal también nos ayudó con Sedesol, quien sólo nos proporcionó una tarjeta con diez mil pesos para que nosotros compráramos enceres, lo que es Infonavit no nos ha apoyado absolutamente en nada, nos mandaron solamente unas personas de unas constructoras para apoyarnos y es la hora que todavía no nos arreglan las casas", se quejó María de la Paz Ortiz Añorve, una de las afectadas.

En conjunto, las tres unidades habitacionales suman poco más de mil 500 casas que durante los años previos al 2013, fueron adquiridas en su gran mayoría por trabajadores del Distrito Federal, Estado de México, Puebla, Morelos e incluso del interior de Guerrero, como una opción de segunda residencia.

"Con el percance que sufrimos pues realmente pasaron muchísimas cosas, algunas situaciones que no se entregaron sobre todo económicas, incluso fuimos nosotros al papagayo a ver la manera pues de que nos dieran este apoyo por parte del gobierno, cosa que no paso y no nada más fue conmigo, fueron con varias personas", aseguró Jorge Luis González Nava

De acuerdo con informes, alrededor de un 40 por ciento de las viviendas eran habitadas de forma permanente por familias locales que también optaron por adquirir su patrimonio en esa zona, aprovechando la "gran plusvalía" que las constructoras ofrecían para poder comercializar sus desarrollos.

"Pues muy difíciles sobre todo en materia económica y en los apoyos que el gobierno prometió y no dio, no ha cumplido realmente, entonces pues paso a paso cuando tenemos un poquito de dinero venimos y se lo invertimos a la casa y en lo que podemos apoyar sobre todo en lo que son las áreas comunes", relato María de los Ángeles López Montaño

Durante años, estos conjuntos habitacionales resultaron se convirtieron en el negocio perfecto para muchos de sus propietarios, ya que por su cercanía al mar y sobre todo por su ubicación en la zona de mayor desarrollo de Acapulco, resultaban muy fáciles de rentar para visitantes que en fines de semana o en periodos vacacionales optaban por visitar este destino de playa.

Los fraccionamientos Miramar I y II, Colosio y La Ceiba, se ubican a escasos metros del Bulevard de las Naciones que divide a los grandes hoteles y los lujosos condominios de vista al mar, con las miles de casas de interés social que voraces constructoras edificaron en zonas prohibidas por ser totalmente inundables durante los tiempo de lluvias.

Sin embargo, las pocas familias que aún permanecen habitando sus propiedades a pesar del riesgo que corrieron, tuvieron que sufrir la falta de servicios elementales como agua, luz, teléfono y sobre todo sin la recolección de basura durante casi cinco meses, no obstante que desde hace varios años pagan puntualmente el predial.

"Si, nos sentimos abandonados y sobre todo porque hasta el momento no se ha dado un dictamen que ellos prometieron, de saber si este lugar es seguro para vivir, los que estamos viniendo a mejorar nuestras casas es porque es un patrimonio, porque nosotros como se los mencione somos maestros y hemos trabajado toda una vida por algo", expreso María de los Ángeles López Montaño.

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