Sismo 1985

Tlatelolco: El miedo en el edificio de al lado

El edificio Nuevo León, en la unidad habitacional de Tlatelolco, fue uno de los más dañados por el sismo del 19 de septiembre de 1985. María Nieto vivía en el inmueble contiguo, el Campeche, desde el cual fue testigo de la tragedia.

En 1985, María Nieto tenía 22 años y sus dos hijas, Yadira y Gabriela, 4 y 2, respectivamente. Vivían en la unidad habitacional de Tlatelolco, en el tercer piso del edificio Campeche, a unos metros del Nuevo León, uno de los más afectados por el fatídico sismo que ese año cimbró a la Ciudad de México y a todo el país.

Ese 19 de septiembre, casi a las 7:19 de la mañana, María se disponía a desayunar mientras veía la televisión. En un momento notó un movimiento suave debajo de sus pies, que luego se tornó en una fuerte sacudida. Como primera reacción, corrió a sostener el televisor que se agitaba de un lado a otro.

María aún no se percataba de que la sacudida era cada vez más intensa hasta que, de pronto, miró hacia la ventana y vio cómo, a lo lejos, el edificio Nuevo León se venía abajo como si hubiera sido fulminado por un mazo gigante.

Yo estaba en la sala, estaba deteniendo mi tele porque no pensé la magnitud del problema que se nos venía, cuando de repente escuché como un estruendo fuerte, volteé a ver hacia la ventana y vi cómo se cayó el edificio Nuevo León

Aunque seguía impactada por lo que acababa de atestiguar, tomó a sus hijas, salió del departamento y corrió escaleras abajo buscando refugio para ella y su familia.

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"En ese momento pensé que todos los edificios se iban a caer y que nos íbamos a quedar aplastadas en el edificio (...) Salí corriendo con ellas hacia Reforma y vi que estaban sacando ya los cuerpos, todo estaba lleno de humo, del gas, del polvo y la gente gritaba, lloraba...", cuenta María sentada en el Parque del Reloj, ubicado en el sitio donde se encontraba el Nuevo León.

Luego de unos segundos, que parecieron siglos, el sismo había terminado, aunque el drama apenas comenzaba.

"Fueron horas llenas de angustia porque como seguía temblando no sabíamos en realidad qué iba a pasar, teníamos mucho miedo de que volviera a ocurrir igual y se cayeran (los edificios)", afirmó.

La gente ya no dormía en sus departamentos, ya no teníamos tranquilidad de estar ahí, porque teníamos mucho, mucho miedo. Mis hijas crecieron con mucho miedo.

Pero el miedo no era sólo por la posibilidad de que temblara nuevamente, ahora el temor venía de lo que sucedía con los damnificados.

"Fue angustioso. Nos decían que a lo mejor nos iban a sacar de nuestro departamento y la angustia de a dónde íbamos a ir porque no teníamos a dónde, no teníamos luz, no teníamos agua, no teníamos gas... Y no sabíamos y estábamos como esperando qué iba a pasar".

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Hoy, María sigue viviendo en el edifico Campeche pues, aunque sabe que la unidad es vieja y está en una de las zonas de mayor riesgo, no puede abandonar su hogar de tantos años.

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