Política

“Soy producto de una combinación inusual”

Salomón Chertorivski Woldenberg pertenece a la tercera generación de migrantes ucranianos y polacos. Crecía entre ellos y escuchaba conversaciones sobre necesidades impostergables, sobre sindicalismo universitario, sobre nuevos partidos de oposición.

CIUDAD DE MÉXICO. Se sabe producto de una combinación inusual: su padre fue el hombre todopoderoso en Grupo Bacardí, el prototipo del empresario exitoso, y su madre una psicóloga osada, gerente de capacitación en la extinta Ruta 100 y jefa de psicología en el Reclusorio Norte.

Los tíos –José Woldenberg, expresidente de un IFE irrepetible, que ya no conserva ni siquiera su nombre, y Julia Carabias, exsecretaria de Recursos Naturales y Pesca, y tenaz defensora de los Montes Azules– añadieron bastante al coctel. En su memoria infantil se repiten álgidas discusiones familiares sobre los asuntos de interés público entre estos personajes, que algo sabían.

Salomón Chertorivski pertenece a la tercera generación de migrantes ucranianos y polacos. Crecía entre ellos y escuchaba conversaciones sobre necesidades impostergables, sobre sindicalismo universitario, sobre nuevos partidos de oposición.

Para experimentar la vida en comunidad, vivió y trabajó como jardinero en un kibutz cerca de Netanya, en la costa occidental de Israel. Cuando llegó el momento de ingresar a la universidad, el grupo gobernante estaba dominado por economistas, pero la Facultad no era una alternativa viable. En la UNAM habían estudiado todos los que admiraba. Pertenecía a una familia puma. Lo asaltó la culpa y atendió, en calidad de oyente, tres semestres de Filosofía, mientras sus compañeros del ITAM complementaban su formación con la carrera de derecho.

Le entró prisa, tan propia de los jóvenes afanosos. Completó la licenciatura y el posgrado en cuatro años. Durante la maestría se focalizó en política social y obtuvo su primer empleo en la Unidad de Análisis Económico y Social de la Secretaría de Desarrollo Social de Esteban Moctezuma. Apenas había nacido Progresa.

Después se fue a Boston, a estudiar políticas públicas especializadas en pobreza, en la Kennedy, la escuela de gobierno de Harvard. Su intención era continuar con el doctorado, pero en el segundo año entró con otros mexicanos al concurso anual de planes de negocio en el que se estrenaba una "rama social". Los alumnos propusieron un negocio de autoconstrucción de vivienda popular. Entonces, explica Chertorivski, siete de cada diez hogares mexicanos eran autoconstruidos. Una vez levantados, no se podían certificar o escriturar o hipotecar. No pocas veces, se habían alzado sobre terrenos irregulares.

El grupo de estudiantes consideró que la solución debía ser ágil: viviendas prefabricadas con paneles de fibrocemento que estuvieran de pie en 24 horas.

Con el segundo lugar en el concurso, fácilmente obtuvieron financiamiento y volvieron a su país a arrancar un negocio que resultó desastroso: "A la gente en México le gusta la piedra. Tenemos el complejo de los tres cochinitos. Pero aprendimos mucho de vivienda y conocíamos bien el mercado, así que hicimos desarrollos de vivienda de interés social tradicional".

Chertorivski dejó la vivienda y montó otro negocio relacionado con "lo social", la fabricación de anteojos para niños que habitan en zonas rurales. Consorcio Óptico Latinoamericano sobrevive y Chertorivski mantiene su participación, pero no lo opera.

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Chertorivski conoció a Lázaro Cárdenas Batel cuando éste hacía campaña para convertirse en gobernador de Michoacán. Como parte de su equipo de transición, el economista diseñó la Secretaría de Desarrollo Social en el estado que -increíble- no existía hasta 2002. En adelante coordinó el gabinete social. "Esa fue mi verdadera inmersión a la política social".

Participó en otro equipo de transición, el de Felipe Calderón, en la elaboración de políticas públicas para grupos vulnerables. Al arranque del sexenio fue nombrado director de Diconsa, "una empresa de mala fama, olvidada en el imaginario urbano", pero excepcionalmente arraigada en las comunidades más desamparadas.

En el mismo sexenio, encabezó el Seguro Popular y la Secretaría de Salud, que, afirma, "es una de las instituciones donde ha habido más seriedad y continuidad. Desde (Guillermo) Soberón, en los años ochenta, todos hemos seguido la misma ruta".

__Llegaste pronto. ¿Fuiste un buen secretario?
__Me pasó algo durísimo; hacia el final del sexenio, cuando fui nombrado, sabía lo que tenía que hacer, pero también sabía que no había tiempo. Pasé unas noches terribles. Tenía que tomar decisiones en función de los 15 meses que me quedaban. Francamente fue muy frustrante.

A los 38 años ya había ocupado una secretaría de Estado. Sus alternativas profesionales parecían apretarse. El político chilango, reconocido como uno de los Young Global Leaders de 2014 por el Foro Económico Mundial -recibió distintas ofertas para dar clases en universidades estadounidenses, entre ellas, otra vez Harvard, en las escuelas de gobierno y salud pública. Consideró también participar en una fundación, pero dejó ambas ideas para más adelante. Miguel Ángel Mancera lo llamó a su gabinete, a la Secretaría de Desarrollo Económico y Chestorivski volvió a su origen.

"La política social determina un piso mínimo de condiciones básicas de salud, educación, de ayuda para los grupos vulnerables, pero al final, la mejor política social es la política económica. Creo que es la vía para lograr un país más igualitario. Y me entusiasmó poder probarlo desde lo local, en una economía tan dinámica como la de la ciudad".

Aunque se ha vuelto a desvanecer, Chertorivski coló en la agenda la discusión de los salarios mínimos. En un artículo publicado en Reforma, enumeró dos razones para elevarlos: porque no tenemos poder de compra suficiente que 'jale' la economía hacia arriba y porque los salarios, los niveles más bajos de la escala, durante 35 años, han sido la variable más castigada de nuestro arreglo económico en perjuicio de millones de trabajadores y de ciudadanos que viven de su trabajo y de su esfuerzo.

__Elegiste un gran asunto, con potencial, de elemental justicia. Mientras tanto, ¿no temes que te arrastre la impopularidad de Mancera?
__No. Es un trabajo de equipo. Esta es una ciudad complicada y la coyuntura ha hecho su parte. Hemos pasado periodos difíciles, pero creo que se está valorando el trabajo del equipo. La popularidad no hace justicia; lo que nos toca a los servidores públicos es tratar de potenciar las virtudes del equipo con la encomienda de cada uno.

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