Política

Salvando un corazón


 
 
Rosalía Servín Magaña / enviada
 
HOUSTON. Poco a poco el corazón de John comienza a parar, sus latidos dejan de ser constantes hasta que ese músculo que da vida al ser humano se detiene por completo. Pero no está muerto, una máquina lo mantiene vivo, mientras que los médicos reparan una arteria del corazón, a través de una cirugía de corazón abierto, sin la cual su vida, en efecto, podría tener fin.
 
Fue la obstrucción de una arteria la que ahora mantiene a este hombre de 82 años, rodeado de diez especialistas (cirujanos cardiovasculares, anestesiólogos, asistentes enfermeras, entre otros), quienes desde las nueve de la mañana trabajan en éste, que es uno de los 73 quirófanos del Hospital Houston Methodist.
 
Pese a su edad, John tiene buena salud, lo que le ha permitido ser candidato a esta cirugía y evitar la falla cardiaca a la que irremediablemente entraría de no reparar la arteria.
 
Se trata de un bypass coronario, una operación que consiste en coser una parte de una vena –extraída de la pierna o el pecho del paciente--, a fin de crear un puente entre la arteria obstruida y el corazón, para que la sangre pueda fluir al músculo cardiaco.
 
Todos los niveles han sido revisados. Los electrodos que conectan al electrocardiógrafo que registrará el ritmo y la actividad eléctrica del corazón, están listos al igual que el catéter, el respirador y toda la serie de aparatos necesarios para que todo salga a la perfección.
 
El anestesiólogo ha hecho lo suyo, ahora el paciente está dormido y debe cuidar su estabilidad en las próximas dos horas, que es lo que se prevé dure la operación.
 
Hay un mecanismo más del que se supervisa cada detalle, se trata de la "máquina corazón-pulmón" como la denominan los médicos, un aparato que hará el trabajo del corazón y los pulmones, cuando éstos deban de ser detenidos para el procedimiento.
 
Se conoce como cirugía a corazón abierto debido a que, en efecto, se abre el esternón (hueso del tórax) con una sierra, para dejar expuesto el órgano.
 
Nos encontramos así con un corazón expuesto en medio de un frío quirófano que mantiene una temperatura de 25 grados centígrados y en el que circula la llamada "presión positiva", para evitar que entre cualquier germen.
 
Entre los médicos no se ve estrés, tan sólo mucha concentración al manipular este músculo que por ahora, sigue latiendo, momento en el cual aprovechan para preparar la arteria a maniobrar y pinzar la aorta (arteria que lleva sangre al corazón), para que el torrente deje de circular al corazón y se enfríe.
 
El corazón máquina
 
La máquina corazón-pulmón comienza a trabajar: la sangre es extraída del cuerpo a través de tubos, para ser oxigenada y bombeada de vuelta al cuerpo por la aorta, un trabajo que es supervisado por el perfusionista. La circulación de la sangre por los tubos es evidente, es momento de introducir la solución cardiopléjica, que se encargará de inducir el paro cardiaco.
 
El latido es cada vez menor y en tan sólo unos segundos esa masa muscular que minutos atrás era imposible maniobrar, ahora está inmóvil y lista para trabajar.
 
"Ahora los médicos tienen menos de dos horas para concluir con el procedimiento, tiempo que se calcula, el corazón y los pulmones pueden permanecer detenidos sin complicaciones", indica el cardiólogo Miguel Valderrábano.
 
Se requiere de mucho cuidado, el doctor abre la arteria afectada con unas pequeñas pinzas, en las cuales se introduce la vena que hará el funcionamiento de puente; se hace una sutura para unirlas y se conecta a la aorta para que una vez conectado, pueda fluir la sangre.
 
Este procedimiento (hecho con hilo sintético) debe estar técnicamente bien hecho y alineado, de lo contrario podría hacerse un nudo y la obstrucción continuaría.En cuestión de minutos, el cirujano ha logrado hacer las suturas necesarias y el bypass está terminado, pues el puente ha sido conectado.
 
La sangre acumulada comienza a drenarse a través de dos tubos que se mantendrán en el cuerpo tras la cirugía, para ser extraídos al día siguiente. Es tiempo de contar todas las herramientas usadas, así como las gasas ocupadas, para evitar olvidos que podrían acarrear infecciones.
 
Ahora se abre el torrente sanguíneo para que el corazón vuelva a bombear. La máquina se retira poco a poco. En cuestión de cinco o seis minutos el corazón va haciendo su trabajo, los latidos comienzan a ser visibles y a cada segundo son más fuertes.
 
Se comienza entonces a cerrar el tórax, para lo cual se emplea un alambre, y finalmente coser la piel.
 
John respira ya por sí mismo, si todo sale bien saldrá de terapia intensiva de este hospital el día de mañana y estará listo para volver a casa en cuatro días más.
 
 
 
 
 

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