Política

La Quina, el hombre que sabía hacer alianzas, negociar e imponer


 
Sandra Marina
 
 
 
Soy un hombre realizado, seguro de mi mismo, el más feliz del país. He dominado la egolatría y la vanidad. Mis virtudes: lealtad, trabajo y honradez". "La pobreza me destroza y me deprime; la opulencia y el desperdicio me enfurecen". "Los placeres me gustan a base de hacer el bien. A cualquiera que sea, hasta a mis enemigos... "Soy humilde y sencillo"...
 
 
"Soy apasionado de las cosas buenas, pasión buena, lealtad, trabajo, creatividad, realizaciones, todas las causas nobles". "Así va a ser, hasta que el Supremo Creador disponga mi meta final: ser un sembrador permanente".
 
 
La anterior es una auto descripción de Joaquín Hernández Galicia, La Quina, líder moral del sindicato petrolero, en una entrevista realizada por el periodista Luis Suárez publicada el 27 de junio de 1984 en la revista Siempre.
 
 
Es quizá el ideal de un autorretrato que contrasta y deja mucho que desear con sus connotadas frases, como: "Si convences a los pusilánimes y compras a los mercenarios, ya tienes el 75 por ciento suficiente para partirle la madre a tus enemigos", pues La Quina creía que el mundo se dividía en cuatro tipos de personas: 25 por ciento de sus amigos, otro porcentaje igual de pusilánimes y otra cantidad similar de mercenarios.
 
 
Ayer, "el Supremo Creador" dispuso su meta final. Su cuerpo de 91 años será cremado y sus cenizas arrojadas al Golfo de México, como fue su última voluntad. Falleció en la ciudad de Tampico, por un padecimiento de colon, luego de 11 días de hospitalización en una clínica particular de ese puerto.
 
 
 
Hombre del sistema
 

Durante más de 30 años al frente del Sindicato Revolucionario de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (SRTPRM), La Quina fue acusado en diversas ocasiones con cargos de desde injurias, golpes y hasta secuestro, sin que nada le sucediera.
 
 
Su liderazgo finalizó el 10 de enero de 1989 luego de su arresto conocido popularmente como El Quinazo, durante el sexenio del presidente Carlos Salinas de Gortari. Fue acusado de homicidio y acopio de armas de uso exclusivo de las fuerzas armadas, y condenado a 35 años de prisión, aunque en diciembre de 1997 quedó en libertad.
 
 
Controvertido personaje, el periodista Francisco Ortiz Pinchetti escribió en Proceso, el 21 de enero de 1989, que el creador de un imperio desde el sindicato petrolero "era, ante todo, un hombre del sistema. Conocía sus reglas y sus secretos. Sabía hacer alianzas, negociar, imponer. Respaldado desde las cúspides del poder nacional hizo suyo no solamente el sindicato sino toda una región del país, el sur de Tamaulipas. Este era su feudo."
 
 
En una entrevista realizada por el periodista Federico Lamont en El Sol de México el 21 de marzo de 2011, Hernández Galicia revela su visión sobre su caída: "Me acusaron de todo menos de ratero, pues en esos tiempos jamás permitimos a extranjeros laborar en Pemex, esa fue la razón por la que me llevaron a prisión bajo el pretexto de contar con armas exclusivas del Ejército y me acusaron hasta del muertito de Ciudad Juárez que arrojaron a mi casa".
 
 
Por su parte, Ortiz Pinchetti relata cómo La Quina utilizó el chantaje de su retiro cada vez que entraba un nuevo presidente para lograr mantenerse. Así fue con Luis Echeverría y con José López Portillo: - "Me retiró, señor presidente, ya estoy cansado". -"No, Joaquín. Quédese usted. Siga". - Está bien, señor presidente, como usted ordene".
 
 
 
El Trampas
 
Pero con Miguel de la Madrid el "ya estoy cansado, señor presidente...", quedó en silencio presidencial. De la Madrid quería una limpia en Pemex. Y La Quina y Salvador Barragán Camacho, su segundo de abordo, tramaron el sacrificio expiatorio.
 
 
"En un restaurante del DF se reunieron con El Trampas, Héctor García Hernández, su lugarteniente en Coatzacoalcos y en la zona sur, de quien Barragán era jefe, protector y compadre. Analizaron con él la gravedad de la situación y le anunciaron que lo ofrecerían en holocausto, para aparentar la renovación moral del sindicato: te destituimos, te acusamos, huyes, le echamos tierra al asunto y en dos años vuelves. Lo destituyeron, huyó a McAllen, lo acusaron, le cargaron los platos rotos y la vajilla entera. Eso no estaba en el trato", narra Ortiz Pinchetti.
 
 
Recuerda que cuando desde McAllen El Trampas escribe a De la Madrid informándole de la corrupción sindical dentro del gremio petrolero, La Quina mandó secuestrarlo y lo entregó a la policía de Reynosa, la cual lo llevó a Ciudad Madero. Lo hicieron firmar acusaciones y lo encarcelaron en el Reclusorio Sur.
 
 
 
Caída
 
Hernández Galicia cayó en desgracia cuando fue detenido el 10 de enero de 1989 junto con otro grupo de petroleros, entre los que se encontraban Salvador Barragán Camacho, en el primero de los golpes espectaculares con los que Carlos Salinas de Gortari arrancó su sexenio.
 
 
En relación con sus diferencias con el régimen salinista, se señalan diversas versiones, una de ellas que el presidente de ese entonces dio el golpe contra este dirigente para legitimar su gobierno;  otra, que se debió a que La Quina había patrocinado la publicación del libro ¿Un asesino en Palacio? que habla de que uno de los miembros de la familia Salinas de Gortari había asesinado a una empleada doméstica. Una más que habría apoyado la campaña de Cuauhtémoc Cárdenas.
 
 

Más allá de las causas de su encarcelamiento, en 1997, ya con Ernesto Zedillo en la Presidencia, La Quina quedó en libertad, y desde entonces mantuvo diversas querellas legales contra el actual dirigente del STPRM, Carlos Romero Deschamps.
 
 

Sus últimos años los vivió en Tamaulipas. La última vez que se le vio en público fue en julio pasado, durante el cierre de campaña de su hijo, Joaquín Hernández Correa, quien contendió por la alcaldía de Ciudad Madero bajo las siglas del PRD.
 

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