Política

La Morisma, tres días de balazos entre el bien y el mal


Antonio Garci
 
 
Todos los años, desde hace 118, el último fin de semana de agosto en las Lomas de Bracho, a las afueras de la ciudad de Zacatecas, tiene lugar una "batalla" entre moros y cristianos que constituye la obra de teatro más grande del mundo: La Morisma.
 
 
En la tradición de las representaciones religiosas que se arraigaron en México con la evangelización hay básicamente tres modalidades que han perdurado hasta nuestros días: la pasión, las pastorelas y las guerras de moros y cristianos.
 
 
Esta última es justamente la que desde hace más de un siglo congrega a más de 12 mil actores de la Cofradía de San Juan Bautista, quienes representan en estos cerros que rodean a la ciudad de Zacatecas la batalla campal entre los dos ejércitos, una batalla simbólica entre el bien y el mal, en una obra que dura tres días, que como dice algún famoso corrido, son días de balazos.
 
 
 
Espectáculo en grande
 
 
La representación de La Morisma es grandiosa por su misma esencia, pero también por necesidad, primero porque para que puedan participar los más de 12 mil actores que la representan se necesita un escenario enorme, que justamente está constituido por las Lomas de Bracho, dos cerros separados por un pequeño vallecito donde está ubicada la iglesia de San Juan Bautista.
 
 
La segunda razón que hace grande a esta representación es su duración: tres días completos se necesitan para ver la obra completa en sus intensos tres actos, es decir, uno por día.
 
 
La tercera es la interpretación delirante con la que se narra La Morisma. Por ejemplo, los vestuarios de los ejércitos moros son los de los suavos del ejercito de intervención francesa del siglo XIX, y los cristianos armados con hachas como salidas de las películas de Conan el barbaro, están inspirados en los uniforme de las tropas de devastadores o regimientos de degüello de los ejércitos de las guerras napoleónicas.
 
 
Por otro lado, hay contingentes completos de cristianos que usan los uniformes del Ejército mexicano de la época de la Guerra de la Intervención Francesa, y otros que van con curiosas interpretaciones zacatecanas de las armaduras moras y cristianas de la Edad Media.
 
 
A esto hay que sumarle que como recursos escénicos La Morisma cuenta con artillería, caballería, castillos medievales para ser tomados y sitiados, y hasta barcos de guerra que navegan por los cerros mientras se disparan, e incluso se hunden en la tierra árida de las Lomas de Bracho.
 
 
Y finalmente porque hasta sus intermedios son espectaculares. Cada que termina una escena los ejércitos se forman y desfilan por la ciudad atravesándola, y son tantos que cuando los primero están llegando al final de la ciudad de Zacatecas, los últimos aún no salen de las Lomas de Bracho.
 
 
 
La obra
 


 
 
Como dijimos, La Morisma está divida en tres actos.
 
 
El primero cuenta la historia de los 12 pares de Francia, unos caballeros medievales que deben ir a rescatar a una princesa cristiana capturada por los musulmanes para lo cual deben de tomar un castillo y acabar con un ejército.
 
 
Se trata, sin duda, de una delirante recreación zacatecana de lo que fue la Edad Media.
 
 
El segundo día es una batalla campal entre el ejército moro y el cristiano, en donde ganan los moros; aquí se establece la tensión dramática de la obra, pues deja a todos con la sensación de que los "malos" han ganado.
 
 
El tercer día es la recreación de la única batalla histórica de la obra: la batalla de Lepanto, del 7 de octubre de 1571,  donde por cierto, Miguel de Cervantes, el célebre autor de El Quijote de la Mancha, quedó tullido de la mano izquierda
 
 
Como sabemos esta fue una batalla naval, pero poco importa, pues los artistas de La Morisma hacen varias adaptaciones para que tal representación se pueda hacer en medio de dos cerros, donde, desde luego, finalmente ganan los cristianos para la catarsis generalizada. ¡Alucinante!
 
 
El escenario recomendado para ver la obra es el atrio de la iglesia de San Juan Bautista, ubicado como lo comentamos anteriormente, en un pequeño vallecito en medio de los dos cerros.
 
 
Por cierto, un cerro es el cristiano y otro el de los moros. Ahí,  cada ejército hace el espectáculo de crear formaciones multitudinarias para "dibujar" diversas figuras mediante el movimiento de sus soldados a través de órdenes de trompeta.
 
 
Así pues, del lado cristiano se hace una enorme cruz y en el cerro de los moros se "dibuja" una enorme media luna.
 
 
Y aunque lo recomendable es verlo desde el atrio de San Juan Bautista, la representación es tan grande que se puede ver desde las azoteas de los edificios altos de la ciudad o incluso desde el teleférico de la Bufa.
 
 
De hecho, a veces es mejor ver la obra desde un punto más retirado, ya que al bajar los ejércitos de los cerros se enfrentan en una batalla campal en el valle, y ésta se desborda e incluso invade el espacio del público, por lo que es normal que de pronto uno pueda encontrarse en medio de esta batalla entre los "buenos" y los "malos".
 
 
En algunas de sus partes, La Morisma es una recreación de una batalla como del siglo XIX, con tiros y cañonazos sincronizados y en barrera de fuego, cargas de caballerías y el avance en ordenados y coloridos contingentes que  van marchando al frente guiados por sus oficiales hasta que se lanzan al asalto de las líneas enemigas.
 
 
Sí, tal como si se tratara de una escena de la famosa batalla de  Waterloo, o por lo menos lo que conocemos de ésta a través de la película del ruso Serguéi Bondarchuk.
 
 
Como ya el lector podrá haber notado esta obra es agotadora, sin embargo, los miembros de la cofradía de San Juan Bautista en ningún momento bajan la guardia. Por el contario, se ve que se divierten como enanos dándose de tiros por los cerros durante tres días.
 
 
 
 
 
 
 

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