Política

En México, más de 124,000 menores son 'empleados' domésticos


Ëdgar Amigón


En México, más de 124,000 menores de edad son empleados domésticos en casa de terceros, de acuerdo con la Secretaria del Trabajo y Previsión Social.

La dependencia señaló que 90% de estas personas, se dedican a estas actividades por más de 35 horas a la semana.

Además, agregó, un millón 929,161 de las niñas y niños que desempeñan labores en sus hogares no asisten a la escuela.

Lo anterior se dio a conocer durante la presentación de la campaña global de la Organización Internacional del Trabajo para conmemorar el Día Mundial contra el Trabajo Infantil 2013: No al trabajo infantil en el trabajo doméstico, que se efectuará este miércoles.

En la campaña, también participan el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia, la Entidad de las Naciones Unidas para la Igualdad de Género y el Empoderamiento de la Mujer y la STPS.

El trabajo infantil doméstico, de acuerdo al Convenio 189 de la OIT sobre el trabajo decente para las trabajadoras y los trabajadores domésticos, es la actividad realizada en un hogar ajeno o para los propios hogares por niños y niñas que no han alcanzado la edad mínima o bajo condiciones de peligro, convirtiéndolo en una situación análoga a la esclavitud, que además interfiere con su educación y desarrollo integral.

De acuerdo con la encuesta nacional de percepciones sociales sobre trabajo infantil de la OIT (2011), 73% de la población en México percibe que una de las causas por la que las niñas trabajan está asociada a su deber de ayudar en las labores domésticas en el propio hogar.

Sin embargo, hay peligros vinculados al trabajo infantil en el trabajo doméstico como las jornadas laborales largas y agotadoras, la manipulación de objetos peligrosos como cuchillos u ollas calientes, alimentación y alojamiento insuficientes o inadecuados y trato humillante o degradante que incluye violencia física o verbal y el abuso sexual. Los riesgos aumentan cuando conviven en el domicilio del empleador.

La perpetuación de los papeles y responsabilidades tradicionalmente adjudicados a las mujeres dentro y fuera del hogar, así como la percepción de que el trabajo doméstico, sin importar las condiciones en las que se realiza, forma parte del aprendizaje de las mujeres para la edad adulta y el matrimonio, también contribuyen a la persistencia de este flagelo social.
 

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