Política

Autodefensas desplazan y se instalan en casa de Templarios


 
 
Reuters

"El Love", un miembro de las autodefensas que han tomado partes del vapuleado Michoacán, sueña con el final del ciclo de asesinatos y extorsión en la región mientras su fusil AK-47 descansa sobre el sofá de piel de la casa de un líder del narcotráfico.

Mientras pasa los canales en una TV de plasma dentro de la lujosa vivienda, abandonada por el narcotraficante cuando huyó de la embestida de agricultores y comerciantes armados hartos del crimen organizado, hace guardia sobre uno de los trofeos de la lucha contra los temidos Caballeros Templarios.

Los Templarios representan el mayor desafío que enfrenta el Gobierno mexicano en términos de seguridad, luego de que tomaron el control de buena parte de Michoacán, un estado agrícola y sede de uno de los mayores puertos del país.

La opulenta casa de siete habitaciones, oculta tras la fachada de un depósito de cemento y equipo de construcción clausurado en Nueva Italia en Michoacán, se levanta en un área mucho más modesta de talleres y edificios abandonados.
 
Cada recámara tiene un enorme vestidor y antecámaras con pantallas planas. La casa tiene alberca, bar y fuentes, y las columnas de la terraza están adornadas con espejos.
 

 

"Es pura gente que extorsiona, que mata, y viven así como reyes. ¡Sólo mira!", dijo El Love, de 43 años, quien no dio su nombre por temor a represalias de los Caballeros Templarios.

"Si vuelven, yo los mato", afirmó. Y tiene 500 balas a mano, sólo en caso de que eso ocurra.

Detrás de él puede verse una cocina nueva y un montón de chequeras que detallan pagos por miles de dólares. En los enormes dormitorios hay cajas vacías de marcas de lujo como Luis Vuitton, Channel y Gucci, condones y un escáner de radio.

En el refrigerador hay una botella de champaña Moet. También hay un jacuzzi, y en un estante puede verse una botella con una mezcla de alcohol y marihuana que se usa en la región para aliviar dolores.
 

 

"Se fueron apurados", dijo.
 
Los Caballeros Templarios, que toman su nombre de una orden religiosa militar de la Edad Media, son un grupo con características de secta que está dirigido por un ex maestro de escuela. En la casa podía verse una Biblia y una foto del fallecido Papa Juan Pablo II.
 
Frágil Calma
 
Los Templarios han desafiado abiertamente al Gobierno, y han publicado videos en los que acusan a las autodefensas de estar infiltradas por otras bandas criminales.

Las autodefensas, que por su parte dicen estar integradas por miles de individuos, son una mezcla de granjeros y comerciantes con personas con aparente entrenamiento militar y armamento sofisticado, que han plantado cara al crimen organizado y los han hecho huir de algunas localidades.
 
Charlie, un líder de las autodefensas que salió herido cuando se estrelló el avión en el que viajaba con uno de los jefes más visibles de su movimiento, José Manuel Mireles, dijo que tienen planes para la casa.
 
"Vamos a hacer una guardería o algo así", comentó.
 

 
Los hombres de las autodefensas chocaron a tiros con los Templarios en Nueva Italia en las semanas recientes. El jueves, obreros cubrían los agujeros de bala en paredes de un vecindario golpeado por las batallas, y hasta las paredes de una escuela mostraban señales de la pelea.
 
Las autodefensas han ignorado una orden del Gobierno para deponer las armas y volver a casa, y mientras tanto operan abiertamente controles y patrullas en carreteras al tiempo que tanto los soldados como los policías se hacen la vista gorda.
 
Dicen que han recolectado armas y vehículos que los narcotraficantes han abandonado al huir. El jueves, devolvieron a sus dueños originales los títulos de propiedad de fincas que habían sido ocupadas por los Templarios.

Su aparición arroja una luz poco favorable sobre la estrategia de seguridad del presidente de México, Enrique Peña Nieto.

El mandatario pasó el año pasado impulsando reformas económicas que buscan impulsar la economía y tratando de desviar el foco de la violencia que ha dejado más de 80 mil muertos desde el 2007.

Cientos de policías y militares han tomado el control de la población de Apatzingán, visto como el cuartel general de los Caballeros Templarios, pero los ataques esporádicos han continuado.

Sicarios han quemado tiendas y disparado contra la oficina del procurador del estado. Pero el jueves, las tiendas volvieron a abrir bajo la vigilancia de los uniformados.
 
Luego de años de violencia y fallidos intentos del Gobierno de retomar el control, algunos residentes muestran temor.

"Para mí no está calmado", dijo María de Jesús Torres Blanco mientras servía refrescos en un quiosco en la plaza principal de Nueva Italia. "Cuando éstos se vayan, van a hacer una represalia. Siento que va a haber una bomba de tiempo, que va a explotar".
 

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