Opinión

¿Y los monetaristas?


 
Rodolfo Navarrete
 
En ocasión de la reunión conjunta del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial el presidente de esta última institución, Jim Jong Kim, señaló que los países emergentes tienen dos o tres meses de margen para instrumentar un conjunto de reformas antes de la retirada de estímulos monetarios por parte de la Reserva Federal estadounidense, evento que muy posiblemente provocará la reanudación la salida masiva e indiscriminada de capitales de estos países, Tal como se registró entre mayo y agosto del presente año. Si bien dicha advertencia ha sido recibida y asimilada por algunas naciones, no ha sucedido así en el caso de México que, pese a la adopción de un conjunto de reformas, ha optado por una combinación de políticas monetarias y fiscales contrarias a dicha recomendación.
 
 

El presidente del Banco Mundial señaló lo anterior ante la decisión del Fed estadounidense de no iniciar el retiro de estímulos monetarios en septiembre y ante la alta probabilidad de que ello no vaya a suceder en los próximos meses debido al debilitamiento que habría observado la economía estadounidense como consecuencia de la paralización de las actividades del gobierno durante más de dos semanas. Sin embargo, ello no implica que no se vaya a dar tal retiro de estímulos. Simplemente señala que tal decisión se ha postergado para fines de año o más probablemente para principios del próximo.
 
 

En términos prácticos dicha "postergación" implica la disminución en la presión que estaban resintiendo los países emergentes por la salida de los capitales en sus economías, la cual afectó no sólo sus monedas, sino también a sus mercados financieros. Basta recordar, al respecto, los estragos que resintieron países como Brasil, la India, Indonesia, Malasia, Turquía y Sudáfrica, entre otros, desde que a principios de mayo el presidente del Fed estadounidense diera a conocer que podría empezar a retirar los estímulos monetarios en el transcurso del presente año. Como se recordará, dicha presión amainó en agosto en ocasión de la publicación de la cifra de una débil creación de empleos en EU, misma que redujo la probabilidad de una intervención del Fed, lo cual fue plenamente corroborado en la reunión del FOMC de septiembre.
 
 

Producto de la inminencia del retiro de estímulos, la masiva salida de capitales de países emergentes en dicho periodo provocó depreciaciones de sus monedas, así como fuertes caídas de sus mercados financieros.
 
 

Como era de esperar los países que más resintieron dichos efectos fueron los que tienen una mayor dependencia del financiamiento externo, o que muestran exagerados desequilibrios en sus balances internos. El déficit en cuenta corriente de Sudáfrica y Turquía, por ejemplo, supera el 6 por ciento del PIB, mientras que los otros si bien muestran cifras manejables, no los son en términos de sus reservas internacionales o el monto del déficit fiscal o de la deuda.
 
 

Es claro que en función de estos elementos adquiere sentido completo lo señalado por el presidente del Banco Mundial.
 
 

¿Cómo están reaccionando lo países más vulnerables?
 
 

Entre las acciones más destacables que han adoptado algunos de estos países en las últimas semanas merece mencionar las de la India y Brasil, cuyos bancos centrales han empezado a elevar sus tasas de interés de política monetaria, con el objetivo no sólo de controlar la inflación, sino también con el de controlar el crecimiento del apalancamiento interno y reducir sus desequilibrios macroeconómicos.
 
 

Por lo que respecta a México, es conocido el proceso de reformas que ha emprendido la nueva administración, mismas que podrían ayudar a mejorar el potencial del crecimiento económico mexicano en el mediano plazo, aunque el FMI no finca muchas esperanzas en dicho resultado. Sin embargo, en el corto plazo llama la atención que las autoridades responsables de la política económica mexicana hayan emprendido un proceso de disminución de la tasa de interés de política monetaria en circunstancias de un aumento de las necesidades de financiamiento por parte del gobierno, provocada por el incumplimiento de la meta de déficit fiscal cero establecida para el presente año y la programación de un déficit de 1.5 por ciento del PIB para el próximo; y de una inminente salida de capitales del país asociada a un posible retiro de estímulos monetarios en EU, mismo que como se señala líneas arriba bien podría presentarse a finales de este año o principios del próximo.
 
 

Tal disminución en la tasa de interés de política monetaria a lo único que lleva es a validar con inflación el déficit fiscal y a financiar la salida de capitales del país, lo cual es contraproducente con el discurso del logro de una mayor estabilidad macroeconómica.
 
 

Como si lo anterior fuera poco, al cierre de la semana pasada el gobernador del Banco de México señaló que será necesaria una nueva reforma fiscal en vista de que la que acaba de aprobarse no generará los ingresos públicos que se anticipaban, lo cual contradice sus presuposiciones anteriores en el sentido de que el déficit fiscal que se estaba programando era de carácter estrictamente transitorio.
 
 

Mientras las autoridades monetarias dilucidan este dilema, el mercado descuenta completamente que el banco central seguirá validando el financiamiento inflacionario del sector público, lo cual es peligroso en circunstancias de una posible salida de capitales del país, factor que al parecer no le preocupa al banco central.
 
 
 
 

También lee: