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¿Qué dejó 2018 y qué viene en 2019?

2019 presenta importantes retos, que coinciden con el comienzo de una nueva administración, dice Víctor Piz.

El año que concluyó el 31 de diciembre dejó claroscuros en México:

La economía mexicana habría crecido a un ritmo anual de 2.1 por ciento, según la más reciente Encuesta Citibanamex de Expectativas.

La inflación anual habría cerrado diciembre cerca de 5.0 por ciento, si bien menor respecto a los niveles observados a finales de 2017, muy superior a la meta de 3 por ciento del Banco de México.

El tipo de cambio al mayoreo finalizó 2018 en 19.66 pesos por dólar y prácticamente no registró variación respecto a la cotización de 12 meses antes.

Sin embargo, a lo largo del año mostró diversos episodios de volatilidad, pues el dólar tocó un mínimo de 17.99 pesos el 17 de abril y un máximo de 20.83 el 14 de junio, dos semanas antes de las elecciones presidenciales.

Ante el deterioro en el balance de riesgos para la inflación y su sesgo al alza, el Banxico realizó cuatro ajustes al alza en la tasa de referencia de 25 puntos base en febrero, junio, noviembre y diciembre, por lo que la tasa objetivo pasó de 7.25 por ciento al cierre de 2017, a 8.25 por ciento a finales de 2018.

Es su nivel más elevado desde que la tasa de referencia se adoptó como la principal herramienta de política monetaria a partir de 2008.

El Banxico estima que la inflación general anual se aproximará hacia la meta de 3 por ciento a lo largo de 2019, ubicándose durante el primer semestre de 2020 alrededor de ese objetivo.

Pero ante el riesgo de que el ritmo de convergencia de la inflación a su meta se vea afectado, no se descarta un incremento adicional de 25 puntos en la tasa de referencia.

Durante el año recién finalizado, la mayoría de los índices accionarios en economías avanzadas y emergentes registraron un desempeño negativo.

Al cierre de diciembre, los índices Dow Jones, Nasdaq y S&P 500 de la Bolsa de Nueva York disminuyeron 5.63, 3.88 y 6.24 por ciento respecto a 2017, respectivamente.

Solo en diciembre, el Dow Jones registró su peor duodécimo mes del año desde 1931, con una alta volatilidad.

El Índice de Precios y Cotizaciones de la Bolsa Mexicana de Valores retrocedió 15.63 por ciento, su mayor descenso anual desde la crisis financiera de 2008.

Diversos factores generaron volatilidad en los mercados financieros del país, entre los que destacan el aumento de las tensiones comerciales y las medidas arancelarias de Estados Unidos impuestas a diversas economías, incluida la mexicana en el caso del acero y aluminio.

Otro fue el proceso de negociación del nuevo acuerdo comercial trilateral (T-MEC) entre México, Estados Unidos y Canadá, que fue firmado por los mandatarios de los tres países el 30 de noviembre.

Falta su ratificación en los congresos de las tres naciones para su posterior entrada en vigor.

Un factor más de volatilidad fue la incertidumbre asociada a la elección en México, que terminó siendo un proceso ordenado.

Otros fueron el anuncio de la cancelación del proyecto del nuevo aeropuerto en Texcoco, la preocupación de los mercados por las políticas de la nueva administración y la iniciativa de la bancada de Morena en el Senado para prohibir que los bancos cobren comisiones a los usuarios por ciertos servicios financieros.

Los factores descritos, incluida la caída de 20 por ciento anual en los precios del petróleo, condujeron a episodios de volatilidad en los mercados.

Pero no pueden descartarse nuevos episodios en los que se observe un desempeño negativo de los mercados mexicanos y la propia economía.

El 2019 presenta importantes retos, que coinciden con el comienzo de una nueva administración.

Los fundamentos macroeconómicos de México son los que harán la diferencia. Veremos.

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