Victor Manuel Perez Valera

Importancia de la opción fundamental

El columnista escribe sobre la pérdida de los valores en el país, lo que ha generado resentimiento social y relativismo ético, entre otros problemas humanos.

Sin caer en el pesimismo, podemos afirmar con certeza que vivimos en una crisis de valores: desánimo, desorientación, desmoralización, erosión de los valores e intimidación de ellos. Algunos psicólogos humanistas hablan de la pérdida del hogar ético: ethos con eta, significa "hogar", que da calor y protección, cobijo y seguridad al ser humano.

El hombre de la postmodernidad vive en el desamparo, en la intemperie, en una civilización de medios y no de los fines que dan sentido a la vida. Según Víctor Frankl, la pérdida de valores origina una gran frustración existencial y un mayor índice de criminalidad. En otras palabras, existe en nuestro país un grave resentimiento social, permisivismo y relativismo ético que Adela Cortina cataloga como vacío de interioridad.

Ante este desgarrador panorama es conveniente implementar, en la educación, la importancia de la opción fundamental. La palabra opción viene del latín y significa "decisión libre", y la palabra fundamental, se refiere no a cualquier decisión, sino a tratar de dar el sentido último a nuestra existencia y manifestarla en todas las acciones de la vida. Esta determinación profunda, acto maduro de deliberación radical, autocomprensión y autoexpresión, penetra y transforma toda las actitudes y posturas que revelan el carácter auténtico de la persona.

El concepto de opción fundamental es relativamente nuevo en la ética y en la moral. Brota, con diferentes nombres entre los discípulos de la fenomenología de Husserl, como Heidegger, Sartre y algunos psicólogos humanistas. Así, Jean-Paul Sartre observa que "siempre puedo escoger, pero si no escojo también estoy escogiendo", además advierte que "nunca se es hombre si no se encuentra alguna cosa por la cual se estaría dispuesto a morir".

En efecto, la decisión fundamental o proyecto existencial constituye la orientación básica y radical de la propia existencia, desde un compromiso libremente asumido y que da soporte a todo el actuar humano. No debemos considerarnos sólo como una persona que hace actos, sino como alguien a quienes nuestros actos nos hacen, nos construyen, nos realizan.

Esta reflexión filosófica es corroborada por diversas corrientes psicológicas modernas que destacan la importancia de la opción fundamental, aunque no utilicen esta terminología. Erik Erikson, por ejemplo, estudia la identidad del sujeto como un proceso de integración del "yo", hasta lograr convertirse en una persona auténtica que elige de acuerdo a los dinamismos innatos que dan el sentido último de la vida. Gordon Allport concibe la personalidad como una decisión radical, que cultiva el bien y los deseos connaturales de justicia. Con todo, quizás sean Maslow y Frankl los que más claramente enfatizan lo decisivo de la opción fundamental. Maslow en su investigación sobre las "experiencias culmen", experiencias de plenitud, sucesos cruciales que sacuden el fondo de la persona y reorientan la vida a una realización más genuina: la solución correcta de una crisis existencial, la superación de un gran reto en la vida. Frankl al investigar sobre el sentido último de la vida, descubre su relación con la opción básica.

Podría afirmarse que nadie llega a la madurez de su vida si no adopta en su existencia una opción fundamental, decisión integral e integradora de la persona que conduce a la madurez psicológica.

Erikson sugiere que esta decisión podría darse en ocasión de la crisis moral de la adolescencia, aunque esta opción debería gestarse con la educación, desde la niñez, e incluso desde la primera infancia. Somos seres inacabados, estamos además arrojados en este mundo en parte inhóspito, misterioso, desconcertante, nos tropezamos con el dolor, la soledad, la muerte y la fugacidad del tiempo, sin embargo, estamos dotados de libertad para encargarnos de nuestra vida de modo responsable, construir nuestra propia historia y realizar nuestro proyecto de vida.

A este respecto es oportuno recordar el prólogo del Fausto de Goethe en el que Mefistófeles le dice a Dios que dotó al hombre de una chispa que ellos llaman inteligencia y que sólo les sirve para hacerse más bestia que las bestias. ¿Mefistófeles exagera? Es menester descubrir el sentido del enigma de la vida, el por qué y el para qué de nuestra existencia y actuar en consecuencia. No podemos en nuestra vida, navegar al azar, sin rumbo ni destino.

COLUMNAS ANTERIORES

Jesucristo el Logos: Logoterapia espiritual
En el país de los eternos hielos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.