Peras y Manzanas

Los números de la cuenta pública

55 mil 116 millones de pesos es la bolsa que se repartieron en 2017 entre los estados sin ninguna claridad en las reglas de la asignación, el famoso (por Javier Corral) Fondo de Fortalecimiento Financiero.

Todos los años se presentan los resultados de la Cuenta Pública a finales de abril.

Este informe es integrado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público y presentado a la Cámara de Diputados para su revisión y fiscalización. Contiene la información contable y presupuestaria de los tres poderes, de los órganos autónomos y de cada ente público del sector paraestatal. Ya es mayo, así que ya tenemos la información de cuánto y cómo se gastó en el sector público durante 2017.

Analizar la Cuenta Pública y contrastarla con el Presupuesto que se tenía planeado para el año en cuestión, y ver las diferencias entre el estimado de ingresos y lo que realmente se ingresó es relevante para cualquier país, pero sobre todo para aquellos que están buscando poner orden en sus finanzas.

Veamos los números primero por el lado del ingreso. Se estimaba recaudar 3.87 billones de pesos, pero se recaudaron 4.18 billones. La diferencia fue de 305 mil millones de pesos. No toda la recaudación viene de impuestos, también hay derechos, aprovechamientos y productos, pero los impuestos siguen representando el mayor componente recaudatorio. Durante 2017 se recaudó en impuestos 2.85 billones de pesos, 110 mil millones más de lo que se había estimado. Me gusta el principio de ser conservadores en las estimaciones de ingresos, pero cuando la subestimación es sostenida en el tiempo, más que un error o un principio de cautela, quizá represente una subestimación a propósito para tener más recursos disponibles que no tengan que ser etiquetados.

Ahora veamos el gasto. En 2017, como sucede cada año, se gastó más de lo que la Cámara de Diputados aprueba en el Presupuesto de Egresos. El Gobierno Federal tenía presupuestados 3.79 billones de pesos para ejercer durante 2017, pero gastó 4.17 billones, es decir, casi 381 mil millones de pesos adicionales, 10 por ciento más de lo aprobado.

El Poder Ejecutivo gastó 13 por ciento adicional, el Legislativo 3.0 por ciento más y el Judicial 13 por ciento menos de lo presupuestado. Los órganos autónomos en su conjunto gastaron 3.0 por ciento menos de lo planeado.

Esto no es ninguna novedad ni rompe ninguna tendencia. Continuamente se gasta más de lo que se presupuesta. En 2013, 2014, 2015 y 2016 se gastó 5.0, 2.0, 7.0 y 15 por ciento más de lo aprobado por los diputados.

Entiendo que siempre hay imprevistos y los presupuestos tienen un margen de error, pero cuando el error es sistemático —como en el caso de los ingresos— quizás no sea un error.

Algunos datos referentes al Poder Ejecutivo: en comunicación social y publicidad se tenían presupuestados 1.477 millones de pesos, pero se gastaron ocho mil 65 millones. Es decir, 457 por ciento más a lo originalmente presupuestado.

El caso del gobernador de Chihuahua solicitando recursos que según él se le habían negado por presiones políticas a principios de este año abrió la discusión del Ramo 23. Para este ramo, en 2017 se tenían contemplados 131 mil 866 millones de pesos, pero se ejercieron 387 mil 500 millones, 194 por ciento de gasto adicional en un ramo cuya asignación fluctúa entre lo discrecional y el poder de negociación de cada gobernador. En específico, dentro de este ramo está el Fondo de Fortalecimiento Financiero —justo el de la controversia de Chihuahua— en el que se habían presupuestado tres mil 244 millones de pesos, pero en realidad se ejercieron 55 mil 116 millones de pesos. En términos porcentuales, la diferencia es mil 599 por ciento.

Esa es la bolsa que se reparten año con año entre los estados sin ninguna claridad en las reglas de la asignación.

Mucho se ha hablado de la baja inversión pública que tiene actualmente el país. Aquí los números: para inversión pública se tenían asignados 74 mil 174 millones de pesos. Se gastaron 65 mil 538 millones, 12 por ciento menos de lo estimado. Es decir, en lugar de hacer recortes en gasto corriente o en gasto superfluo (como publicidad), se optó por invertir menos.

Intento entender la lógica política, dado que los resultados de la inversión se ven en el largo plazo y el gasto corriente genera beneficios en el corto. Bajo esta lógica política, jamás se podrá cambiar, mejorar y ampliar la infraestructura que requiere un país para poder crecer e incrementar su potencial. Mientras sigamos priorizando el corto plazo, no veremos cambios sustanciales ni en el crecimiento económico ni en las condiciones de vida de la mayoría de los mexicanos.

La Cuenta Pública ofrece toneladas de información. Ofrece la oportunidad de contrastar los dichos con los hechos. De nada sirve dar discursos de austeridad, si el gasto continuamente aumenta. De qué sirve hablar de la importancia de la inversión pública si es el rubro que se recorta. La cuenta pública nos presenta una foto de más definición de la realidad económica de este país.

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