Todos Estamos Locos

Lo político es personal

Quienes dicen que la política no les interesa viven una vida a medias, ajenos a fuerzas colectivas y a decisiones que les afectan y que deberían estar dispuestos a cuestionar.

Una de las tareas de la existencia, la fuente de la libertad humana, es jamás aceptar algo como definitivo, intocable, obvio o inmóvil. Así lo afirmó Michel Foucault en la Universidad de Berkeley en 1980. Nos viene perfecta su frase en estos momentos de cambio político, en el que no deberíamos entregarnos ni a los sentimientos triunfalistas ni a los de miedo y decepción. La alternancia es la mayor prueba de normalidad democrática, especialmente en un país como el nuestro, sobreviviente del peor sexenio de la historia en rubros como corrupción e inseguridad. Parece ser que los mexicanos sí tenemos un límite y llegó el día del cansancio radical y el domingo salimos a ejercer nuestra libertad de elegir y castigar con el voto. Uno de los recuerdos más conmovedores que tendré para siempre de este país será el día de las elecciones de 2018: encontrarme a viejos y queridos vecinos, observar a los funcionarios de casilla haciendo su trabajo con el máximo rigor y hasta con alegría, ver a la gente votar en un clima de absoluto respeto y paz, es digno de recordar por encima de cualquier otra cosa.

La vida, prosigue Foucault, tiene una dimensión política que se traduce en qué estamos dispuestos a aceptar o a rechazar en nosotros y en las circunstancias. Las cosas de la política, los asuntos sociales, las decisiones de Estado, no nos son ajenas y tienen un impacto en lo personal. Quienes dicen que la política no les interesa viven una vida a medias, ajenos a fuerzas colectivas y a decisiones que les afectan y que deberían estar dispuestos a cuestionar siempre.

La sociedad mexicana despertó y por fin quitó del poder al peor gobierno del que yo tenga memoria. Ojala también tengamos la fuerza para cuestionar y exigirle al nuevo partido en el poder que responda a las grandes expectativas que generó durante las semanas interminables de campaña.

Ya no alcanzó una torta y un frutsi, ni 500 ni mil pesos para comprar los votos suficientes. El 70 por ciento de los mexicanos votaron. Quedan lejos los tiempos del abstencionismo y la resignación.

El cambio siempre trae incertidumbre. Ningún presidente es pastor ni la sociedad es un rebaño. Es urgente reconstruir un país lleno de desigualdades y de tragedias. Es necesario que los mexicanos estemos por encima de los políticos y que entendamos que una vida mejor es imposible en la pasividad política o relacionándonos con los gobernantes como si fuéramos niños indefensos y sin capacidad de decisión. Que las elecciones se hayan ganado con votos es una prueba de que hemos avanzado como sociedad democrática. Toca defender como nunca y por siempre las libertades: de expresión, de prensa, los derechos de las minorías, el sufragio universal.

Lo político es personal, que no se nos olvide.

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