Universidad Iberoamericana

Navidad: noche de paz

 

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Víctor Manuel Pérez Valera*

Una buena síntesis del mensaje de Navidad lo encontramos en el célebre villancico austriaco, de Mohr y Gruber, Noche de Paz (Stille Nacht). Se cree que este villancico ha sido traducido a más de 300 idiomas y que es el más popular de la historia, ya que ha sido interpretado por cientos de artistas y coros de fama mundial.

En general, la paz se opone a la guerra y a todo tipo de violencia, positivamente, empero, se concibe como un estado de tranquilidad en el orden justo. En Roma en la Ara Pacis Augusta, en el año 13 A.C., y en la literatura latina la paz se exalta sobre todo en la Égloga cuarta de Virgilio, en la que de modo misterioso se habla de un niño divino que traerá la paz y cambiará el sentido de la historia: "cantemos algo más elevado…/ la última edad ha llegado ya/ el gran orden de los siglos nace de nuevo/ Vuelve la doncella virgen…/una nueva progenie es enviada del cielo y la edad de oro surgirá./ Comienza, pequeño niño, por la sonrisa a conocer a tu madre".

Entre los griegos, el anhelo de paz, estaba asociado al Derecho. En Los trabajos y los días, de Hesíodo Zeus y Themis tienen tres hijas: Diké (la justicia), Eunomía (el buen orden) y Eirene (la paz). Si las murallas del Derecho se colapsan el pueblo se desploma en una bancarrota espiritual. Para Solón el gran legislador, una comunidad sin justicia está enferma y su mal se refleja en el desasosiego social y en la corrupción. Platón en el Protágoras cuenta el origen de la cultura humana y concluye que si no se evita la violencia se destruye la comunidad.

En hebreo la paz (Shalom) tiene un sentido más profundo, como fórmula de saludo y despedida se aproxima a una bendición. En efecto, Shalom equivale a bienestar, prosperidad, dicha, salud, concordia, tranquilidad, y sobre todo, en el sentido trascendente, significa justicia, esplendor, gloria y salvación. El hombre sólo puede trabajar por la paz si se abre a la paz que viene de lo alto. La paz es regalo y conquista, don y tarea. Ella cultiva la ordenación de las relaciones interhumanas y con la naturaleza.

La paz está relacionada con el nacimiento del cristianismo, con el cántico de la Navidad: "paz en la tierra a los hombres de buena voluntad". El cultivo de la paz adquiere un sentido axiológico que exige un compromiso y conduce a la fraternidad, al grado que la Didajé, escrita a principios del siglo II, excluye de la comunidad al que vive en estado de discordia.

Un poco después a pesar de las guerras, el ideal de una paz universal no desaparece y se manifiesta en instituciones medievales, como la tregua de Dios y el derecho de asilo.

Derivada de la Navidad se señalan en el cristianismo, ocho formas de lograr la felicidad, entre éstas se encuentran "los que construyen la paz", algo de suma importancia en nuestro mundo actual y en especial en nuestro país.

El corazón humano anhela la paz, sin embargo, la violencia es omnipresente y polifacética: llena el espacio y el tiempo y reviste muchas formas. Está presente en los delitos: homicidios, secuestros, robos,… pero también en la desmesurada acumulación de la riqueza, en los despidos laborales injustificados, en la explotación laboral y sobre todo en la privación de la vida y en la pena de muerte que la castiga. Esta es la atmósfera contaminada que respiramos.

La violencia que hemos enumerado es evidente, pero existe otra violencia no menos opresora: la violencia estructural: en lo político, en lo económico, en lo jurídico, en lo cultural…violencia oculta en algunos discursos políticos, en la propaganda gubernamental, y hasta en los subsidios de los que el gobierno se proclama generoso: "Los que gobiernan las naciones, las oprimen, y los que tienen el poder se hacen llamar bienhechores" (Lc 22,25). La paz también abarca todas las esferas de la vida humana, la paz implica que el hombre la tenga en sí y esté en paz consigo mismo; este es uno de los grandes retos del hombre moderno. Sin embargo, la paz no se cobija bajo el ropaje de un individualismo piadoso, bajo el que se disfraza una actitud egoísta, sino irrumpe en las dimensiones sociales, en la política, en el esfuerzo por eliminar la discriminación, en suavizar los contrastes y en resolver pacíficamente los conflictos.

Mahatma Gandhi decía que mientras no desterremos la violencia sobre la tierra, no podríamos celebrar auténticamente la Navidad.

Profesor emérito de la Universidad Iberoamericana.

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