Opinión

Sobre las expectativas (segunda parte)

No venimos al mundo a cumplir las expectativas de los demás y los demás no vinieron al mundo a cumplir las nuestras.

A veces damos con generosidad a los demás lo que nosotros queremos, no lo que necesitan y no hay nada de malo en ello siempre que no esperemos gratitud eterna por un regalo, una fiesta o cualquier cosa no solicitada.

Recuerdo a un marido romántico que organizaba cenas sofisticadas y viajes románticos para su nada romántica y sí muy práctica esposa. Él vivía resentido porque ella no valoraba lo que él le daba. Si le hubiera preguntado, ella habría preferido que hicieran más paseos al aire libre y que fuera más cuidadoso con la forma de hablarle.

Esperar que la vida ocurra como nosotros queremos es una garantía de decepción. Y cuándo esa decepción involucra a otros, también se convierte en resentimiento. No tenemos derecho a enojarnos con los demás por no cumplir nuestras expectativas y quizá estaríamos más tranquilos si las moderáramos y fuéramos capaces de pedir algunas de las cosas que realmente importan (amor, honestidad, ternura, paciencia, solidaridad, igualdad, respeto, escucha, tiempo).

Existen guiones sociales sobre lo que debe hacer un padre, una madre, un hijo, una pareja. A partir de estos guiones construimos historias sobre cuáles son expectativas legítimas: un hombre enamorado es capaz de lo que sea, una buena mamá es incondicional, un hijo está obligado a obedecer. Y todo debe ocurrir sin verbalización explícita, casi por sentido común.

Es muy probable que todas las expectativas no habladas queden frustradas. Hablar abiertamente sobre lo que necesitamos mejora la probabilidad de realización, pero que mejore la probabilidad no quiere decir satisfacción garantizada. Usted podría pedirle a su pareja que no le diga groserías cuando esté enojado y eso no garantiza que él lo deje de hacer. Si así lo decide, ese hombre que la violenta verbalmente tendrá que encontrar un camino para expresarle su enojo y frustración de maneras respetuosas y seguramente será un proceso que tomará algún tiempo.

Con los hijos la frustración es lo esperado porque están aprendiendo, creciendo y madurando. Aunque usted les pida que laven los platos, muchas noches regresará cansada de trabajar solo para encontrar la misma torre de platos sucios de la mañana.

Las expectativas pueden ser realistas o poco realistas. Es poco realista esperar que los otros se ajusten a sus deseos o que hagan algo solo porque usted lo desea.

Todos tenemos nuestra propia agenda y queremos hacer lo que nos conviene y cuando alguien espera de nosotros algo inconsistente con nuestros objetivos y valores, nos sentimos mal, fuera de lugar, quizá explotados, injustamente tratados o incomprendidos.

No venimos al mundo a cumplir las expectativas de los demás y los demás no vinieron al mundo a cumplir las nuestras. Los vínculos deberían ser acuerdos verbalmente explícitos sobre lo que podemos dar y recibir, basados en el respeto por la libertad, con un margen de error suficiente considerando que el amor, la amistad y la vida familiar están basados en pactos de buena fe.

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