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Pepe, declina

En el debate del domingo puedes mostrar tus impresionantes fortalezas. Si no levanta tus expectativas de voto, el juego se habrá agotado, le dice Sergio Negrete de manera personal a Meade.

Pepe Meade, eres la mejor apuesta del PRI, pero quizá es hora de aceptar que resultó fallida. Fuiste un extraordinario funcionario público, con una experiencia a nivel federal prácticamente sin paralelo por su diversidad. Se sabe que eres una persona sencilla y decente, sin los humos que se les han subido a tantos políticos con desempeños lejanos del tuyo.

Pero eres una persona excepcional con un pésimo partido. No importa que nunca hayas militado en el PRI, eres su candidato. El dedazo presidencial te favoreció porque eras el único en un gobierno desprestigiado que ofrecía posibilidad de triunfo. No era un mal cálculo. Mucha gente simpatizaba con tu posible nominación. "Si Meade es el nominado, consideraría votar por él".

Pero la marca PRI es tóxica, Pepe, y te contaminó. No podías desprenderte del logotipo, y menos de los operadores. Tenías que presentarte como un individuo capaz y decente, rodeado de un aparato rapaz y deleznable. Agregar a tu candidatura al Verde oportunista y al Panal fue otro problema. Esos partidos, junto con tanto político priista con el que debes tomarte la foto, son cascajo que lastra, no material para construir cimientos.

El voto anti-AMLO existe, sin duda, pero aquellos que son anti-PRI son mucho más numerosos, y tienen al puntero López Obrador para sacar al tricolor de Los Pinos. Hay que admitirlo: este gobierno ha decepcionado.

Ni siquiera lo positivo y vendible, las extraordinarias reformas estructurales, son bien vistas por la población. La energética se identifica con los sucesivos gasolinazos. Es una percepción equivocada, pero al cabo aquella que prevalece entre millones de votantes. Y además eres directamente identificado con los aumentos a los combustibles. Hiciste lo correcto para fortalecer las finanzas públicas a tu cargo, pero debilitando la que sería tu candidatura.

Por otra parte, está la profunda percepción de corrupción que ha permeado a todo el gobierno, y ya por varios años. Es como las reformas estructurales: no importa la realidad, sino la percepción. Y estar al frente de Sedesol y (por segunda vez) de la SHCP lleva a los cuestionamientos sobre lo que debías haber sabido en torno a los numerosos escándalos que tanta tinta han ocupado en años recientes. Nadie ha puesto en duda tu probidad personal, pero el tema te afecta por haber sido funcionario de primerísimo nivel en la administración.

Por ello, Pepe, tu juego carece casi de cartas. Queda realmente sólo una. Está el debate del domingo, en el que puedes mostrar tus impresionantes fortalezas. Si no levanta tus expectativas de voto, el juego se habrá agotado.

Tu atractiva personalidad y la estructura del PRI sólo garantizarían fragmentar el voto, permitiendo la llegada de Andrés Manuel López Obrador a Palacio Nacional.

Si ese escenario te parece el menos malo (contra el ideal que sería tu propia victoria), persevera. De lo contrario, sigue en campaña, pero por los candidatos a gobernador y Congreso del PRI, y declina tu candidatura.

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