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Bienestartitis en metástasis

La palabra bienestar será estrella en la próxima administración, lo cual es positivo, pero cuando está fuera de control corre el riesgo de tener un efecto contrario.

La palabra bienestar está de moda. Centrarse en su aumento para la población es, por supuesto, positivo. Finalmente es el objetivo principal de la política pública. Crecimiento, baja inflación, redistribución, buscar mayor prosperidad para todos, particularmente los menos privilegiados. Será una de las palabras estrella del sexenio 2018-2024.

El presidente electo la pronuncia y ejecuta. La Secretaría del Desarrollo Social será la del Bienestar, el Banco del Ahorro Nacional y Servicios Financieros se convertirá en el Banco del Bienestar del Pueblo, abriendo sucursales a granel. Ojalá que la futura munificencia crediticia no termine en cartera vencida… finalmente con cargo al bienestar de los contribuyentes.

El verdadero problema es la metástasis que la palabra está teniendo entre futuros funcionarios. Quizá el más preocupante sea el próximo titular de Comunicaciones y Transportes. Su afán por apoyar a su jefe, y presentar el proyecto de dos aeropuertos (el actual y Santa Lucía) como una mejor alternativa al ya iniciado en Texcoco, es claro. Pero argumentar que no puede justificarse Texcoco en un país con casi 60 millones de pobres (dato, además, inflado), con carencias en escuelas y hospitales, muestra la metástasis. Una inversión que traerá un bienestar evidente por su impacto es presentada como un gasto suntuario. Ignorando, además, que buena parte del financiamiento es privado.

El próximo secretario de Turismo no se queda atrás. Ha dicho: "no podemos seguir con desarrollos turísticos de lujo conviviendo con infiernos de marginación". También habló de la necesidad de beneficiar con escuelas y hospitales a esas localidades. Igualmente, impacto y derrama de esos desarrollos (también privados) al parecer le parecen nulo. Parece pensar que mejor que no haya empleos (independientemente de los salarios) en hoteles de lujo, si además no hay mejor educación y salud. Según comentó en el mismo tuit, "Para el presidente electo López Obrador el turismo es una herramienta de reconciliación social".

La futura directora general del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología también muestra ese entusiasmo por la dimensión social. No está mal, ciertamente, pero de nuevo hace de lado el impacto que tanto progreso científico y tecnológico tiene sobre el bienestar. La ciencia en México, ha escrito, debe tener como primera orientación la eliminación de los rezagos sociales. La ciencia "comprometida con la sociedad y el ambiente".

La ironía es que esas visiones, y por supuesto aquellas similares de otros funcionarios en sus diferentes áreas de gobierno, tendrán el efecto contrario. Cancelar Texcoco, un desarrollo turístico de lujo o bien un ambicioso proyecto científico, porque se considera que no tienen el anhelado "impacto social", borrarían ese bienestar que habrían traído.

La bienestartitis del futuro gobierno es un cáncer, algo originalmente bueno cuyo crecimiento fuera de control destruye. La metástasis ya inició incluso antes de tomar posesión.

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