Samuel Aguilar Solis

¿Esta es la democracia?

La democracia liberal, aquella que fue puesta en jaque desde la crisis financiera mundial de 2008, se agota y convalece.

La democracia liberal, aquella que fue puesta en jaque desde la crisis financiera mundial de 2008 y que desde entonces no ha dado luz ni respuesta a los retos y complejidades de las sociedades contemporáneas, se agota y convalece.

Es en la incapacidad de la democracia liberal y sus capitanes que nuevos movimientos y neopopulistas emergen, sin tinte ideológico ni destino fijo como respuesta a este capitalismo de amigos, a este hastío social, a los escándalos cotidianos y mundiales de corrupción, y en México además de lo anterior, un grave y profundo problema de inseguridad y de impunidad, pero también de pobreza y desigualdad. En ese contexto la democracia llega a su límite y no encuentra el camino en donde pueda convertirse en una forma de gobierno de mínimos entregables, evidencia de ello es que en Europa 52 por ciento está desencantado en cuanto a la calidad de la democracia, y en lo que respecta a Latinoamérica cae por quinto año a un nivel de satisfacción de 53 por ciento, concluyendo: "el declive de la democracia es lento e invisible como la diabetes. Hay países que no son enfermos terminales, pero padecen una diabetes democrática generalizada. No ves el mal, no hay síntomas que llamen la atención, pero si no la tratas termina matándote".

Y sin embargo a pesar de los síntomas y de la gravedad del paciente, los gobiernos se vuelven parte del problema y se supeditan aferrándose al poder, a poderes supranacionales. No sólo a modelos impuestos como hemos venido viendo por parte del Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial, la OCDE, etcétera, utilizando los rescates a países a través de préstamos, sino a imposiciones como es el caso Bruselas, en la Unión Europea, que buscó intervenir en la voluntad popular de Italia en la elección de primer ministro e incluso del gabinete por resultar adverso a los planes europeistas.

Así, el paciente enfermo busca el suicidio y no tratamiento con una mayor democracia que imponga límites al autoritarismo y a los poderes supranacionales. Sigo pensando que los problemas de la democracia se resuelven con mayor democracia.

En México, más allá de la coyuntura del proceso electoral o de la discusión simplista que se reduce a populismo vs. statu quo, es necesario repetir la pregunta: ¿Porqué el populismo? ¿Porqué la indignación? ¿Porqué las mismas recetas que mantienen al enfermo en estado de gravedad?

Resulta urgente vislumbrar el evidente cambio del sistema político por el agotamiento del sistema de partidos, la quiebra del Estado de derecho, la falta de crecimiento económico , entre otros, y pugnar por mantener los derechos y las libertades adquiridas, porque prevalezcan los valores de la democracia buscando caminos para resolver los problemas que nos aquejan.

En estos momentos en los que la indignación social se vuelve exponencial en las redes sociales que hacen el terreno fértil para que líderes carismáticos de todo el mundo ganen votos y adeptos, es hora de repensar la democracia que nos merecemos y de tomar la responsabilidad ciudadana independientemente del resultado de la elección de 2018.

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