Samuel Aguilar Solis

El PRI de 2018

Lo que vive hoy el PRI es el reflejo de una crisis que no pudo resolver en el año 2000, cuando perdió la presidencia de la República.

Nacido desde el poder el 4 de marzo de 1929, con el objetivo de unificar a los 105 jefes revolucionarios en un organismo político para que por la vía institucional y la negociación política se dirimieran las diferencias y ya no más por la vía de las armas, es el origen del Partido Nacional Revolucionario, el PNR. Nace como un partido que unifica en su seno a la clase política de la época, es a la vez una federación de partidos locales y regionales. Este es el antecedente organizativo del PRI.

Durante un largo tiempo, ya como PRI, supo encabezar las demandas de los diversos sectores sociales, que no sólo legitimaban su poder, sino que acrecentaban su base social; supo cooptar los liderazgos naturales y convertirlos en parte de la estructura partidaria y supo como vanguardia política irse transformando conforme al desarrollo de la sociedad mexicana. De esta manera, el PRI legitimaba su estancia en el poder con una amplia y sólida base social y daba sentido al discurso del nacionalismo revolucionario al ir cumpliendo de manera paulatina pero continua con el programa de la Revolución Mexicana.

El PRI, partido con 89 años de historia de 1929 a 1989 tuvo una hegemonía nacional en todos los niveles de gobierno hasta que perdió una gubernatura, y desde 1929 hasta 2000 llevó a un priista a ocupar la presidencia de la República: 70 años consecutivos.

Más de 50 presidentes del Comité Ejecutivo Nacional y 54 presidentes de México han emanado de sus filas que hoy suman más de seis millones de afiliados según el INE.

El pasado 18 de febrero la historia del PRI cambió. Más de 18 mil 920 delegados de los 19 mil 98 que conformaron la Convención aprobaron por unanimidad llevar a un 'simpatizante' a contender para ser presidente de México. Ante alrededor de 35 mil delegados y militantes reunidos en el Foro Sol, el PRI cedió a un 'simpatizante' el espacio que antes tenía que ganarse un cuadro distinguido de su partido, con rentabilidad electoral, con reconocimiento de las bases y, claro, quien cumpliera con los requisitos Constitucionales y aquellos aprobados en la asamblea correspondiente y establecidos en los estatutos aprobados por el INE y por el Reglamento para la Elección de Dirigentes y Postulación de Candidatos.

El PRI optó por un 'externo' porque precisamente la debilidad del candidato que hoy eligió proviene de que los priistas lo "hagan suyo". Su debilidad y lo que reflejan las encuestas que hoy lo ubican en tercer lugar es que usa la marca del PRI, y su debilidad es también que sus bases no lo ven como alguien suyo, su estructura no encuentra motivación y 'trabaja' con desconcierto y con una crisis de identidad (hoy el candidato no usa ya el logo del PRI en su campaña).

Pero en contraposición de lo anterior, la ciudadanía lo identifica como un candidato de aquel partido político que lo tiene decepcionado, que lo ha defraudado, que lo tiene por decir lo menos, enojado. La ciudadanía también ve con recelo el hecho de que no se afilie, que se diga independiente y que lo 'use' para llegar a ser presidente de México. Los votantes se preguntan ¿usa su estructura para ganar?, ¿usa sus mañas?, ¿va a gobernar con los mismos?, ¿si ganara le deberá el triunfo al PRI?

¿Cuál será el futuro del PRI con los negativos que refleja?, ¿cuál será su futuro independientemente del resultado de la elección de 2018?, ¿qué tiene que decirle a los jóvenes?, ¿cómo lavarse la cara de corrupción que lo llevó a no lanzar a un candidato propio?

Lo que vive hoy el PRI es el reflejo de una crisis que no pudo resolver en el año 2000 cuando perdió la presidencia de la República.

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