Samuel Aguilar Solis

El federalismo

El columnista cuestiona si estamos de nueva cuenta ante la búsqueda centralista y del poder unipersonal.

El federalismo es un sistema de gobierno en el que el territorio se divide en estados con cierta autonomía, cada uno con su propio gobierno y sus contrapesos correspondientes, pero unificado por un gobierno federal que nos es común.

A través de nuestra historia contemporánea, el federalismo no ha sido cuestionado y el Pacto Federal a través del cual los Estados han cedido facultades limitadas al gobierno central ha tenido ciertos ajustes centralizados (como las facultades del INE), y ciertos ajustes descentralizadores buscando el fortalecimiento de estados y municipios en un contexto de gobiernos divididos y alternancia tanto a nivel federal o local.

Después de la elección, las alarmas se prenden no sólo en cambio en el sistema político, sino en el Pacto Federal.

En lo que respecta al sistema político, el Presidente electo que entrará en funciones a partir del 1º de diciembre ha alcanzado una victoria histórica, con un margen de cerca del 31 por ciento con respecto a su principal competidor, pero además, cuenta con la mayoría en el Congreso Federal y también en más de 19 Congresos Locales, y los partidos de oposición se encuentran divididos, disminuidos en cuanto a número pero también en cuanto a apoyo ciudadano y digamos "reputación".

Ante ello, los gobernadores, aquellos que desde el sexenio de Miguel de la Madrid encontraron mayores responsabilidades pero también mayores recursos presupuestales con potestades tributarias para los municipios, se encuentran también sumidos en el descrédito, en deudas públicas impagables, en escándalos de corrupción y sin la "autoridad" para hacer frente a la ofensiva que ha lanzado el nuevo gobierno de la alternancia.

Las alarmas se prenden no sólo por el poder que Andrés Manuel López Obrador ha obtenido en números, sino en la creación de un poder paralelo a los Gobernadores llamados Coordinadores Estatales, quienes, de acuerdo a las declaraciones, habrán de sustituir a los Delegados Federales de las distintas dependencias y habrán de coordinar los programas de desarrollo, generando un intermediario entre la federación y los estados.

Sobra decir que el perfil partidista de los coordinadores estatales preocupa además de atentar en contra del funcionamiento de la administración pública, de la gobernanza y también en cuanto a la rendición de cuentas de estas estructuras espejo que no reportarán más que a su jefe político, la pregunta que surge es ¿serán los coordinadores estatales operadores políticos?, ya que no son 32 estatales, casi 300 delegados serán desplegados en las regiones, que "casualmente" ese territorio es un distrito federal.

Además, el anuncio de las compras consolidadas a nivel federal mermará la economía regional aunque si bien ganando en cuanto a ahorros y evitando actos de corrupción hace suponer también un "federalismo" disminuido, y una depresión en las economías locales por este motivo.

Por último, las declaraciones de legisladores electos de Morena que aseguran la creación de una Comisión Bicameral en la cual se prohíba el endeudamiento de los estados, siendo esto facultad de los Congresos Locales de aprobar, pero desde ahora buscando minar las facultades de la soberanía estatal.

La tentación de centralizar las facultades, tributarias, políticas, administrativas, etc. ha estado desde la época de nuestro nacimiento como nación independiente, y desde entonces, los poderes subnacionales han luchado por mantener su soberanía, lo que ha forjado el actual federalismo ¿pero estamos ahora de nueva cuenta ante la búsqueda centralista y del poder unipersonal?

COLUMNAS ANTERIORES

México, en llamas
La incertidumbre en las campañas

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.