Samuel Aguilar Solis

Derrumbe del sistema político

El sistema de partidos tal y como lo hemos conocido en México, que ha pasado de ser hegemónico a un sistema competido, convalece y su eventual muerte traerá un cambio de régimen.

La democracia liberal, forma de gobierno que se sobrevaloró en sus objetivos y que se planteó como la panacea desde la caída del muro de Berlín, prometiendo traer prosperidad, libertades e incluso felicidad, ha dado argumentos a sus detractores después de la última crisis financiera y económica global de 2008, la cual no sólo trajo desencanto, sino que explotó sus supuestas bondades llevando literalmente a la calle a los ciudadanos por la crisis del pago de vivienda y también por el desempleo.

La respuesta de los gobiernos ha sido parte de la explicación de la rabia social, los cuales fueron testigos de cómo sus autoridades y representantes elegidos democráticamente optaron por salvar a sus amigos, dando prioridad a los intereses financieros y no a las personas, sus hipotecas, sus empleos, etcétara.

Hoy la indignación social se vuelve exponencial por y en las redes sociales. Así, líderes carismáticos de todo el mundo han encontrado terreno fértil para ganar votos y adeptos por el hartazgo social; el fenómeno AMLO no debiera sorprendernos, y es que en el mundo un coctel de populismo, outsiders, antisistema y la crisis de los partidos políticos tradicionales se ha convertido en un fenómeno global que se alimenta de una sociedad desencantada con los resultados que ha traído la democracia liberal. El discurso de polarización ha resultado exitoso en casos de movimientos sociales, entendidos éstos como acciones colectivas organizadas y que permanecen en el tiempo recurriendo a acciones a fin de impedir o de lograr ciertos cambios. Si bien los movimientos sociales surgen motivados por las desigualdades económicas y tienen su auge en la década de los 60 como lógicas de participación ciudadana, hoy los movimientos se amplían y destacan los movimiento feminista, movimientos ambientalistas, movimientos obrero, pacifista o antimilitarista, antiglobalización, okupa, entre otros.

La labor de los movimientos sociales es presionar al poder político mediante reivindicaciones concretas o en crear alternativas, o en su caso llegar al poder como es el caso del movimiento En Marche! encabezado por Emmanuel Macron. Pero también algunos movimientos han desembocado en organizaciones partidarias como Podemos, en España; Movimiento 5 Estrellas, en Italia, o Syriza, en Grecia, por mencionar algunos.

Los movimientos sociales versus los partidos políticos tienen una débil estructura orgánica, lo cual les permite agilidad, discurso temático o trasversal que les posibilita ser más adaptables, política no convencional o contenciosa y su orientación hacia el poder suele ser de conflicto, es decir, se comportan como una oposición en las demandas y temas que son su esencia. La socialización de sus causas hacen visible sus demandas y es en donde ganan adeptos a sus causas.

¿Es el futuro de los partidos políticos convertirse en movimientos ciudadanos? ¿Qué futuro les espera a los partidos políticos? ¿Los partidos son los responsables de llevar a personas corruptas e incapaces al gobierno?

Quizá la respuesta vaya en ambos sentidos. Los partidos políticos como intermediarios con la sociedad, no sólo como maquinarias del poder, no han sido capaces de ser los interlocutores con la sociedad y la oferta que prestan a los ciudadanos resulta ser sumamente pobre y las diferencias ideológicas no han resultado en una diferencia en su actuación frente a la ciudadanía. La 'mafia del poder' es, al final del día, la responsable por sus actos de llevar a la formación de alternativas que se amalgaman por un liderazgo y que es capaz de ser la daga que apuñale al stablishment del cual la ciudadana se encuentra hastiada.

Los partidos políticos y su forma partido que ha hecho evidente su colusión con el poder más corruptor, con los poderes fácticos legales y no legales, alejado y enfrentado con la sociedad convalece y quizá ha llegado el tiempo de practicarle la eutanasia. El sistema de partidos tal y como lo hemos conocido en México, que ha pasado de ser de un partido hegemónico a un sistema competido, convalece y su eventual muerte traerá un cambio de régimen.

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