Samuel Aguilar Solis

¡¡¡Arrancan!!!

 

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Han arrancado las precampañas electorales rumbo a la elección de 2018. A partir del 14 de diciembre nos esperan 60 días de más de 11 millones de spots que se sumarán a los días de campaña para 'ayudar' a los ciudadanos a definir su voto no sólo para renovar el cargo de presidente de la República, sino de más de tres mil 400 cargos.

Ya han quedado conformadas las coaliciones, y tal y como lo marcaba el plazo establecido legalmente, el pasado 14 de diciembre se registraron. Por primera vez en nuestra historia ningún candidato contenderá por un solo partido político, lo harán a través de coaliciones o en su caso como independientes. De la misma forma, por primera vez en la historia contenderá por la coalición integrada por el PRI, el PVEM y Nueva Alianza, un candidato apartidista, y veremos, como ya lo hemos visto en gobiernos locales, coaliciones de espectros diferentes, coaliciones que 'integran' polos opuestos e incluso antagónicos. En estas coaliciones vemos al partido tradicional de derecha desde los años 30 con el autollamado partido de izquierda, vemos al partido proclamado de izquierda que es Morena, con un partido de evangélicos y con planteamientos de derecha.

Así, nuestros partidos en momentos de profundo desprestigio, actores protagónicos de la democracia, presentan para 2018 salidas quizá falsas o fáciles incorporando out siders y firmando pactos en donde lo que menos importa es el rumbo del país siempre y cuando los lleve al poder.

México enfrenta profundos y complejos retos y su fecha de caducidad para resolverlos está próxima. La pobreza, la desigualdad, la falta de crecimiento, la corrupción, la violencia y la inseguridad no toleran ocurrencias. La respuesta a cómo enfrentarlos no puede ser un asunto de ocurrencia, en donde ser de derecha o de izquierda en el espectro político resulta para algunos un asunto de conveniencia, más allá de dogmas y convicciones profundas que marcan un camino a seguir y una meta que alcanzar. Conveniencia que además se apropia de banderas que resultan ser del interés de todos tendiendo a soluciones populistas irreales e irrealizables.

Podemos anticipadamente vislumbrar un escenario en el que la campaña y la contienda per se no sea con las bases de un contenido ideológico que ya sabemos será tan sólo un trámite que habrán de cumplir al presentar su plataforma electoral ante el INE, y así no habrá debate sobre programas, ideas o políticas públicas, será una campaña vacía de contenido ideológico y seremos testigos de ataques, descalificaciones, frases y lugares comunes en donde el centro serán los candidatos.

Así, el carisma y la popularidad de los contendientes definirá el voto de los inconformes, de los indecisos, de los enojados, de aquellos que temen el cambio, de aquellos que buscan un cambio gradual, un cambio no drástico, de aquellos que quieren un cambio, de aquellos que ven en los candidatos la esperanza o la salvación a sus problemas.

¿Quién desea más el poder? ¿Quién usa a su partido/coalición y a quién se deja usar por su o el partido/coalición? ¿Quién sabe el rumbo que debemos tomar? ¿Quién es el más preparado? ¿Quién me cae mejor? ¿Quien representa todo lo que odio? ¿Quién representa más a nuestro país? ¿Quién no conoce nuestro país y todos sus matices? ¿Quién puede unirnos? ¿Quién puede dividirnos? ¿Quién puede ganar? ¿Quién merece ganar?

Se avecinan días difíciles en los que la sociedad se dividirá entre las diferentes opciones (que no considero alternativas), en donde temeremos nuestro futuro, en donde quizá nos volvamos a cuestionar si los partidos, si los políticos son necesarios, y todo ello en lo que considero el peor de los mundos: inflación, incertidumbre, violencia y nuestro día a día que nos hace evidente la falta o la insuficiencia del ingreso, de oportunidades, de anhelos y los 'salvadores' se presentan con matices personalizados, casi caudillescos en donde lo que menos importa es la base programática y de rumbo….

Twitter: @SamuelAguilarS

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