Salvador Garcia Linan

Dedicarse a vivir II

Salvador García reflexiona sobre la vida, la felicidad y la esperanza.

No le tendría miedo al futuro y ¡qué importante lo veo ahora! No me lamentaría por lo que no hice en el pasado, ni me trataría como tonto, por los numerosos errores cometidos. Agradecería a Dios por poder amar, ver, hablar, oír, pensar, caminar, comer, vestirme, enseñar, escribir, trabajar y, principalmente, daría gracias por ya no importarme, en lo más mínimo, hacer dinero.

Sonreiría más, amaría más, soñaría más, viviría más, pediría menos y no me quejaría. Llenaría mi vida con detalles. La gran obra ya no me interesaría. El prestigio, la fama y el honor, ¿para que me servirían? Al contrario, ¿no me estorbarían para ser feliz y vivir tranquilo?

Vería las cosas como son. Henry Miller dijo, "que las cosas que son son eternas". No me sentiría vacío alimentando mi ansiedad con acciones interminables. Comprendería por qué a algunas personas (muy pocas, por cierto) no les angustia no tener un "nivel de vida de prestigio".

No me afligiría por no poder alcanzar lo que no se puede dar. No le tendría miedo a la palabra fracaso. Le daría un propósito y significado sencillo a mi vida. Tendría un plan auténtico para ella. No me preguntaría: ¿por qué estoy vivo?, sino ¿para qué estoy vivo?, ¿para qué estoy aquí?

Mi meta final no sería la sola satisfacción de una parte de mí mismo. No leería para saber más; no comería hasta llenarme, no tomaría en serio la vida y no pensaría que no existe algo por encima de mí, a lo cual no pueda aspirar. Pero lo que más calma me daría para vivir y ser feliz: tendría conocimiento de mí cercana desaparición, lo cual me permitiría no tenerle miedo a la muerte, ni sentir demasiada compasión por mí.

No habría en mi existencia la sensación de "aburrimiento". La palabra "esperanza" sí tendría cabida en ella. Al fin lograría serenidad al darme cuenta y cuestionarme el valor, el significado y la razón de todos mis aceleres, impaciencias, deseos insatisfechos y la búsqueda de la competitividad profesional. ¿Valdría la pena? ¿Para qué me serviría todo ello? En condiciones normales, para vivir con menos salud. Yo lo haré para vivir más y más saludablemente.

Llenaría mis horas; no únicamente las pasaría. Porque me sentiría pequeño y frágil, pero me sentiría una parte importante del universo. Sentimiento qué hasta ahora, no había vislumbrado.

Quizás aún me quede tiempo para hacerlo. Me dedicaré a la profesión de vivir y de amar.

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