Salvador Garcia Linan

¿Adiós al diésel?

El columnista plantea la próxima prohibición en Hamburgo de los autos que circulan con diésel, lo que ocupa la primera plana política en Alemania.

El diésel es usado comúnmente como combustible en camiones, barcos, autobuses, trenes, maquinaria y en otros vehículos. El diésel, como la gasolina, son combustibles fósiles que se destilan (refinan) del petróleo crudo.

El diésel es más denso que la gasolina. Es más graso y huele diferente. A nivel molecular la gasolina y el diésel son diferentes y se almacenan en contenedores diferentes. La composición química del diésel es C14H30. La gasolina es C9H20.

Los motores diésel de coches y camiones funcionan a través de la combustión interna, la cual provoca la liberación de gases dañinos para el medio ambiente. Los motores diésel no tienen bujías. El combustible se enciende con aire comprimido.

De alguna manera, el diésel es mejor para el medio ambiente que la gasolina, ya que libera menos grasas de efecto de invernadero. La desventaja es que el diésel produce más azufre cuando se quema, lo que contribuye a la lluvia ácida.

Hamburgo es una ciudad alemana que se prepara para prohibir circular autos con diésel. Hamburgo podría hacer historia al convertirse en la primera ciudad alemana en prohibir la circulación de autos diésel para mejorar la calidad del aire y cumplir con los límites a la contaminación de la legislación europea.

Los jueces van a obligar a los ayuntamientos a cerrar a la circulación determinadas calles, pero no todas las vías de un barrio o zona. "Esta sentencia constituye una debacle para el actual Gobierno alemán, que se ha puesto de parte de los intereses económicos de la industria automovilística germana y ha dejado solos a diez millones de propietarios de coches diésel, que fueron arreglados". Estas voces aluden al escándalo de vehículos diésel de la automotriz alemana Volkswagen, que saltó a la luz en 2015.

El debate sobre la prohibición de coches altamente contaminantes en entornos metropolitanos, que en un inicio tenía en Alemania un carácter puramente local, ocupa ahora la primera plana política del país. Los esfuerzos que sirvan para contentar a la poderosa industria del automóvil germana y a una ciudadanía cada vez más preocupada por el impacto que las emisiones tienen en el medio ambiente y en su salud.

A ello se suma la presión de Bruselas, donde la Comisión Europea demandó a Alemania por no haber reducido suficientemente la contaminación atmosférica. Las mediciones oficiales revelan que los residentes en las ciudades alemanas respiran cantidades peligrosas de dióxido de nitrógeno. ¿El causante? El temible diésel. Más concretamente el dióxido de nitrógeno (NO2), un gas que irrita las vías respiratorias y que procede principalmente de los tubos de escape de los vehículos.

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