La Feria

No sé

Salvador Camarena opina sobre las reacciones que provocaron la conferencia de prensa de Carlos Slim y la respuesta que dio López Obrador al respecto.

No sé. A mí me gustaría que por una vez, o alguna vez, una rueda de prensa de alguien del gobierno –digamos de un secretario de Comunicaciones y Transportes que no tenga fama de infame– fuera tan esperada y debatida como la que dio ayer un empresario, así sea un empresario pesado que habla cada venida de obispo.

No sé. A mí me gustaría que los analistas económicos de los medios no aplaudieran –ningún periodista, pero sobre todo no ellos– lo que dice ese empresario como si de irle a un equipo de fut la cosa fuera. ¡Bien, Charly, lo pusiste en su lugar con esa barrida en el área grande! Me gustaría que esos colegas desmenuzaran, ponderaran, criticaran, explicaran o corrigieran lo expuesto, pero no que lo festejaran. No sé, por una vez un poco de recato, de pudor, chicos.

No sé. Sería deseable que antes de reaccionar y/o comentar sobre esa rueda de prensa ocurrida este lunes, el candidato aludido por el empresario durante dos horas esperara a oír completo, o a revisar un buen resumen de cuanto fue dicho por el magnate, y solamente entonces procediera a emitir su respuesta. Pero que sobre todo, si no le dan los tiempos o las ganas, sería tan bueno que ese candidato evitara esas salidas facilonas, sospechosistas y choteadas de que si el empresario salió a hablar es porque lo envió Peña o el chupacabras o la mafia de esto y del otro.

No sé. Me habría gustado tanto que el sábado pasado el candidato oficial y el puntero hubieran condenado, ambos y sin ambages, el choque entre miembros de la CNTE y miembros del PRI, ocurrido ese día en Puerto Escondido, Oaxaca. Y que ambos hubieran demandado al gobierno que deslindara responsabilidades. Que no hubieran, uno y otro candidato, buscado rentabilizar la violencia para su causa. Nada de que el violento es el Peje; nada de que ternurita te va a ganar Margarita. No sé, que ambos le cerraran la puerta a los violentos, sobre todo porque una semana sí, y la otra también, vemos asesinatos de políticos.

No sé. Sería tan bueno que alguien que se presenta como decente no le pidiera a Antorcha Campesina que lo haga suyo y frenara al otro.

No sé. Sería tan bueno tener expresidentes que cuidaran la investidura que alguna vez ostentaron, que no hicieran de sí mismos la caricatura de un bully medio payaso. Que hablaran, sí, pero dueños de la serenidad de quien sabe bien lo mucho que cuesta cambiar tanta cosa que debería transformarse en el país. Voces que sumaran, que no dividieran.

No sé. Qué tranquilizador sería que un candidato con posibilidades de ser presidente entendiera que la sociedad civil ayuda a gobernar, y que no pocas veces esa ayuda ocurre a pesar de grupos de esa misma sociedad civil. Y qué requetebueno sería no escuchar al presidente de la 'casa blanca' y de Pegasus declarar en el Museo Memoria y Tolerancia que su gobierno respeta la libertad de prensa y a las organizaciones de la sociedad civil. No sé, sería buenísimo que al menos la burla perdonaran.

No sé. Qué padre sería una campaña sin Nuño diciendo estamos empatados con AMLO; sin AMLO diciendo vamos a ganar por 10 millones de votos; una campaña sin El Trampas, perdón, sin El Bronco; una con Margarita, pero sin Felipe; una de Anaya cuando se decida a irrumpir de una vez por todas en la campaña. O no sé, quizá es mucho pedir de quienes ya sabíamos que poco iban a dar. No sé.

COLUMNAS ANTERIORES

Claudia, piedritas, y piedrotas, en el camino
AMLO, Claudia, el movimiento y el partido

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.