La Feria

Independientes, ¿para qué?

Lo único que une las carreras políticas de los independientes es que nacieron y crecieron de los partidos tradicionales de México.

Armando Ríos Piter, Jaime Rodríguez y Margarita Zavala, en orden alfabético, recibieron ayer notificación de que pueden registrarse como candidatos a la presidencia de México.

Para cada uno de ellos, la aprobación supone un paso adelante en su intento de convertirse en protagonistas del 1 de julio.

El INE, sin embargo, todavía tiene que dar el último sí a esas candidaturas. Y es previsible que en los días y semanas por venir habrán de publicarse diversos análisis sobre la manera en que cada uno de estos tres candidatos lograron completar el requisito de las 866 mil firmas, con su inherente dispersión de al menos uno por ciento en 17 entidades.

Porque, independientemente de que el Instituto Nacional Electoral dé por bueno el volumen mínimo de las firmas presentadas por los aspirantes, sería saludable que académicos y medios de comunicación se involucren en el estudio no sólo de las presuntas irregularidades en que pudieron haber incurrido los hoy casi candidatos, sino en entender qué fue lo que habrían hecho bien, y qué aprendieron en el camino estos personajes y sus equipos. Quizá, como punto de contraste, podrían incluirse esfuerzos de otros candidatos independientes que no cargaron con denuncias como las que se oyeron para los presidenciales, como el de Pedro Kumamoto en Jalisco.

Y lo mismo se tiene que decir del INE, que debe una memoria de esta primera experiencia, pues el aprendizaje no sólo corrió a cargo de los aspirantes, sino también del organizador del trámite.

Más allá de las denuncias por artimañas a las que recurrió El Bronco (reportadas profusamente por la prensa de su estado); por el uso de personal asignado al expresidente Calderón para firmar por Zavala, o por los inverosímiles disparos del ritmo de recolección de firmas de Ríos Piter (según Integralia, pasó de captar 100 mil apoyos en la semana diez a más del doble en la once, y a 230 mil en la semana doce), más allá de eso, insisto, hoy la noticia es que tendrán registro, así sea preliminar, tres más rumbo a la grande.

Por tanto, toca preguntarse hoy para qué tendremos a estos independientes en la competencia.

Para responder hay que comenzar por recordar que antes de dejar sus respectivos partidos, Rodríguez, mejor conocido por su apodo de El Bronco, y Margarita, militaron 33 años en el PRI y el PAN. Ríos Piter, por su parte, estuvo en el seno del PRD por diez años. Tomo estas cifras del tercer reporte electoral de Integralia.

Son carreras políticas con poco en común, salvo la muy reveladora coincidencia de que los tres nacieron y crecieron en la vida pública en los partidos más tradicionales de México: su ADN es totalmente convencional.

¿El guion visto hasta hoy en la pugna por la presidencia se mantendrá inalterado: un puntero esperando retador? ¿Cumplirá El Bronco la profecía de que se alquiló para mermar a AMLO? ¿A quién viene a socavar Ríos Piter? ¿Margarita sólo va tras Anaya para luego de la elección consolidarse como la legítima heredera del voto de derechas?

Si el proceso de recolección de firmas por parte de los independientes se vio manchado por denuncias de irregularidades típicas de los partidos, la siguiente etapa debería alentar a la ciudadanía de que buscaron estas candidaturas porque tienen méritos y propuestas que los distingan de sus excasas.

Haber llegado tan lejos, estar en la antesala de la oportunidad de hacer una diferencia, para que al final su actuación termine por reforzar la idea que todos son iguales, sería el peor saldo de una innovación que quiso ser refrescante y podría terminar por desprestigiar aún más a nuestra política.

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