La Feria

Guardería ABC, Pavlovich y para qué sirven las elecciones

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La tragedia de la Guardería ABC no requiere de adjetivos para resaltar el horror que la tarde del 5 de junio de 2009 se vivió en Hermosillo. Todos los niveles de gobierno, administraciones pasadas y actuales, y demasiados funcionarios y exfuncionarios están en deuda con las familias de los 49 niños que ahí fallecieron, y con las decenas de infantes que sufrirán de por vida las secuelas del incendio.

Quienes les fallaron ese día (es decir, quienes son responsables de la inadecuada prevención, de la negligente supervisión de la guardería y de la nula procuración de justicia) no deberían recibir de nueva cuenta un puesto de mandato popular. O al menos eso dicta la lógica, que no siempre aplica en México ni en política.

Cuando en diciembre pasado se perdió un avión malasio, en cuestión de minutos Tony Fernandes, el presidente de esa compañía aérea escribió en Twitter: "Esta es mi peor pesadilla", posteó. El CEO de AirAsia de inmediato informó que saldría rumbo a Surabaya, la población de la cual era originaria la mayoría de los pasajeros. "Todos mis pensamientos están con los pasajeros y con la tripulación", agregó Fernandes en otro mensaje. En los siguientes días se confirmaría la muerte de todos los que iban a bordo del Airbus 320 de AirAsia. Una desgracia. Pero la reacción que tuvo este directivo ante los familiares de las víctimas, y el liderazgo que imprimió a su equipo en tan funesta circunstancia, fue destacado en la prensa internacional como ejemplo de sensibilidad y empatía en medio de una crisis.

En México -nunca estará de más recordarlo-, si la muerte de los pequeños en la Guardería ABC provocó una gran tristeza, el enojo no fue menor al saber de las ínfimas condiciones en que operaba ese centro subrogado por el IMSS, y la indignación creció al correr de los meses al quedar claro que salvo algún chivo expiatorio nadie pagó realmente por quienes ahí fallecieron entre las llamas.

Hay momentos que definen a las personas. La Guardería ABC dejó claro en un primer momento que toda una clase política, la priista, no tuvo empacho en dar la espalda a las víctimas. El PAN se benefició de ello para luego hacer exactamente lo mismo que los priistas: los panistas locales lucraron con la muerte de 49 niños, ganaron unas elecciones que parecían perdidas y luego, ya en el gobierno, Guillermo Padrés, al igual que el entonces presidente Felipe Calderón, traicionó a las víctimas y nunca cumplió su palabra, su compromiso de proveer justicia a los sonorenses.

Dicen que las elecciones son la ocasión en que la ciudadanía puede y debe cobrar facturas a los políticos. Si tal cosa es cierta, se aproxima una oportunidad que los sonorenses no deberían desperdiciar.

Luego de la tragedia del 5 de junio de 2009 sólo había dos maneras de actuar: ponerse del lado de las víctimas y exigir intransigentemente justicia para los niños, o ponerse del lado de quienes buscaban que la tragedia no fuera investigada a plenitud, que nadie realmente pagara por lo ocurrido, que la cosa no fuera a mayores, que los pobres lloraran a sus hijos mientras ricos y poderosos resistían y volvían a lo suyo.

Del segundo bando fue Claudia Pavlovich, hoy precandidata oficial del PRI a la gubernatura a Sonora. Entonces era diputada local. Ella abogó por los dueños de la guardería, no por los niños muertos. Aquí se lee tal cual

Toca no olvidar. Porque seis años después, vienen de nuevo las elecciones, pero la justicia no ha llegado a la Guardería ABC.

Twitter: @SalCamarena

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