La Feria

El México de mi general Andrés Manuel

El comandante supremo descubrió que los uniformados hablan el lenguaje que le gusta escuchar: la obediencia, ese estado puro del amloismo.

Hasta hace no mucho, las Fuerzas Armadas no eran en México un tema recurrente. Si acaso se volvieron tema fue, precisamente, porque alguien las sacó de donde no eran tema, de sus cuarteles; y al ponerlas al frente del combate al crimen organizado se volvieron un asunto del diario: comenzamos a oír a menudo de la desproporcionada letalidad en sus choques con presuntos delincuentes, de "daños colaterales" –es decir civiles muertos, entre ellos niños– por aquí y por allá, y de no pocas violaciones a los derechos humanos que incluían levantones, desaparición forzada y tortura.

Su papel y responsabilidad en las represiones de los movimientos sociales de los años sesenta y setenta, su involucramiento en la matanza del 68, y la participación de algunos de sus elementos en el narcotráfico constituían una mancha, una sombra nada menor en un historial de lealtad al ordenado traspaso presidencial que se ha vivido desde mediados del siglo pasado. Sombra que sí debería ser un tema de la democracia mexicana, pero que constituye una de las grandes oportunidades perdidas de la primera alternancia, esa de la capitulación de Fox a esclarecer el pasado.

En contraste, y por si hiciera falta decirlo, nuestras Fuerzas Armadas son reconocidas por el auxilio a la población en momentos de emergencia de causa natural o humana.

Es cierto que también y sobre todo en los tiempos priistas había siempre algunos generales retirados en las bancadas del Congreso, pero –insisto que para bien y para mal– los soldados y los marinos, los generales y los almirantes, no estaban en el centro de la vida pública mexicana. Así fue incluso a pesar de los años del armamentismo calderonista.

En cosa de semanas, eso ha cambiado. El presidente Andrés Manuel López Obrador anunció ayer que se comprarán al menos 500 pipas para distribuir combustibles. La medida obedece, nos asegura el gobierno, a la necesidad de cuidar el abasto si el combate al robo de combustibles obliga a suspender la operación de los correspondientes ductos.

En condiciones normales, esa decisión habría significado una lluvia de oro para la dirigencia del sindicato petrolero. Pero AMLO explicó este jueves que las pipas serán para el Ejército mexicano. Chicos, saluden a los soldados piperos, se podría oír más pronto que tarde en cualquier rincón de México.

La incursión de los soldados en el reparto de gasolina (a ver si luego no los ponen a gritar por las calles "¡El Gassss, el Gassss…!") es sólo la más reciente, que no la más osada, iniciativa de López Obrador para meter a las Fuerzas Armadas en ámbitos de la vida nacional que no les son naturales.

Porque además de volverse piperos, los elementos del Ejército tendrán –todo hace temer– un alto perfil en la industria de la construcción: harán las pistas para aviación comercial en Santa Lucía y se han propuesto comerse parte de una zona boscosa de Santa Fe con desarrollos inmobiliarios. Pero como lo demuestra la barda perimetral del fallido Nuevo Aeropuerto, el Ejército no es que digamos el mejor constructor ni el más blindado ante la corrupción: esa obra presentó sobrecostos e irregularidades varias (leer Sebastián Barragán, Aristegui Noticias).

El Ejército hasta en la sopa. Porque en cada esquina, en cada cuadra, de todo el país, las Fuerzas Armadas serán la policía y el pipero y el inge y el...

Por encima de ellos sólo estará mi general Andrés Manuel, que en cuestión de semanas pasó de recelar a las Fuerzas Armadas (y estas a él) a vivir con ellas un idilio. Será que el comandante supremo descubrió que los uniformados hablan el lenguaje que le gusta escuchar: la obediencia, ese estado puro del amloismo.

Sin quitarse la mancha de la guerra sucia, sin haber demostrado permanente compromiso con la justicia civil, las Fuerzas Armadas ahora tendrán en sus manos la seguridad de los mexicanos en todo momento y en todo lugar. Crecerán en número –la Guardia Nacional será una cuarta columna castrense– y en presupuesto. Aumentará su poder. ¿Qué se apuestan a que de ahora en adelante serán un tema recurrente de los mexicanos?

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