Rosario Guerra

Un mes

En lugar de una amañada consulta respecto a la ubicación del nuevo aeropuerto, debería asumirse la responsabilidad de gobernar, dice Rosario Guerra.

Resulta que la consulta sobre el nuevo aeropuerto, no será consulta pública en términos de ley. Parece que más que consulta, podría ser una encuesta. Quienes la organizan, quienes participarán, cuál será su alcance, cómo verificar su confiabilidad, sigue siendo una incógnita. No será vinculante. Es decir su resultados en términos legales no obligan a una decisión. El pueblo sabio será consultado respecto a una obra que tendrá un gran impacto, aunque no todos sean usuarios. La aviación reporta según la Cámara Nacional de Transporte Aéreo 2.9 del PIB, atrás de la industria automotriz con 3 por ciento.

Tras reconocer la impostergable necesidad de resolver la saturación del AICM por los riesgos que representa, se hicieron estudios y se determinó hacer del NAICM un hub, es decir, algo más que un aeropuerto, un centro de conexión, de distribución de personas y mercancías, a larga distancia, con aviones de gran capacidad, un centro logístico competitivo, como Miami, Houston, Atlanta u otros a nivel internacional, aprovechando nuestra posición geográfica para enlazar a centro y Sudamérica, a Norteamérica, a Europa y al Asia, para concentrar y redistribuir carga y pasajeros al mundo en menor tiempo, con mayores economías. Esto genera un gran beneficio económico sostenible, triplicará la capacidad de transporte, aumentarán los servicios a los pasajeros y mercancías en tránsito, el número de aerolíneas y sus vuelos, la creación de empleos, el incremento del turismo al bajar costos, la posibilidad de mejorar las condiciones de empresas para sus traslados.

En Santa Lucía, además de que el Ejército y la Armada ya alertaron que quedarse sin aeropuerto militar imposibilitaría prestar atención adecuada en emergencias con el Plan DNIII, se tiene graves problemas de seguridad por la saturación del espacio aéreo y la imposibilidad de operar simultáneamente dos aeropuertos, además de que no sería un hub, sólo un servicio aeroportuario que pude saturase en breve. La logística de interconexión para el traslado de pasajeros y carga de uno a otro aeropuerto no está resuelta, serían mayores costos y tiempos, con menor competitividad. Las vías de comunicación tampoco pueden resolverse en forma simple por la saturación de viviendas en la zona.

Texcoco es un reto, por temas de suelo, por la regulación de las aguas que convergen en el lago, y por otros aspectos ecológicos. Temas todos que se evaluaron antes de decidir la construcción de la obra y a los que se han planteado soluciones para su adecuado funcionamiento. El proyecto de Santa Lucía en realidad no existe, no hay un estudio completo e integral de sus costos, no hay una solución a la operación simultánea de ambos aeropuertos, no de su interconexión, ni respuesta a la reubicación de la base militar y sus costos. Así que no se puede comparar un proyecto en marcha con soluciones y costos, con una propuesta que carece de claridad.

Adicionalmente hay otro tema importante relativo al financiamiento del NAIM. Son inversionistas privados extranjeros y nacionales los que mayoritariamente financian la obra. Si se suspende, además de pagar a los contratistas por incumplimiento de contrato, habrá que regresar fondos a los privados, muchos ya invertidos. Y desde luego que las calificadoras internacionales castigarán a México por incumplir sus compromisos. Es probable que baje la calificación riesgo país como destino de inversión, lo cual resta certidumbre y limita perspectivas de crecimiento económico. En los próximos años se registrará una mayor competencia por capitales en el mundo, y ya la tendencia al alza de las tasas de interés lo anuncian.

Así las cosas, en lugar de una amañada consulta, debería asumirse la responsabilidad de gobernar. Implica riesgos, como es su ejercicio, pero inspira confianza. Al final, poniendo en la balanza las opiniones, a favor del NAIM está Mitre, empresa mundial que influye en el destino de las aerolíneas, Colegio de Ingenieros, CCE, Cámara Nacional de Transporte Aéreo, Colegio de Controladores de Tránsito Aéreo, CNIC, IMCO y CIDE. Y por Santa Lucía, Javier Jiménez Espriú, José María Riobóo, un grupo de chilenos sin credenciales claras, y los macheteros de Atenco, por otras razones.

Desde luego, es difícil para AMLO rectificar una propuesta, pero como lo dijo respecto a la posición de Ernesto Zedillo que admitió se equivocó con una política prohibicionista, en materia de drogas, todos los seres humanos se equivocan. Lo grave es persistir en el error.

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