Rosario Guerra

Estrategias rumbo 2018

 

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Inicia periodo vacacional, época de reflexión, de convivencia familiar y de valoración de proyectos de vida. Disfrute estas fiestas para renovar fuerza y lograr armonía es mi deseo para todos los lectores. Sin embargo, no podremos sustraernos a los mensajes de partidos y precandidatos que circularán en medios y en redes. Analicemos los procesos que llevaron a la consolidación de tres coaliciones que competirán en el 2018 y a definición de las candidaturas presidenciales, así como sus perspectivas. Permítanme expresar mi satisfacción ante sentencia del Tribunal Electoral que ratificó la paridad pese a protestas de partidos, habrá nuevos rostros femeninos en la contienda.

El anuncio de la coalición PAN-PRD-MC a fin de lograr mayorías para impulsar el cambio del sistema político marcó el inicio de la contienda. Pese a críticas, encuestas apuntaron a que la fórmula era competitiva para enfrentar al puntero. Concretar la alianza implicó muchas negociaciones. Si bien el PAN tiene mayor peso electoral y gobierna más entidades federativas, el asegurar los votos de un PRD, aunque disminuido a un 6% de intención, era fundamental para asegurar triunfo. Por su parte el PRD requiere de alianzas para tratar de mantener la capital, ante la tendencia de Morena que se perfila ganadora. Sin embargo, los liderazgos locales no estaban dispuestos a ceder espacios a sus anteriores contrincantes. Por su parte MC, que ya se había alejado de Morena, buscaba asegurar triunfo en Jalisco.

Así las cosas, con un PAN que presentó quiebres y cuestionamientos internos, pese al indiscutible predominio de Anaya sobre sus estructuras, inició un proceso en el cual Miguel Ángel Mancera encabezó una estrategia inteligente para que el PRD no fuese avasallado. Disputó candidatura presidencial y cuestionó método de selección para mantener sus espacios. Además abrió la selección en CDMX lo que contrasta con el PAN, y, se consolida como el gran elector. Sorprendió que Enrique Alfaro, candidato de MC a gobernar Jalisco, decidiese abandonar la alianza, que estimó costosa porque sintió que por sí mismo aseguraba un triunfo y ceder espacios no le pareció adecuado. Se resintió esta decisión, pero se remontó la crisis con otras posiciones para el MC. Finalmente, lograron el acuerdo y acomodar posiciones para inscribir su coalición Por México al Frente. Interesante proceso.

Por su parte el PRI, sumido en una fuerte crisis de rechazo por corrupción y el fracaso en materia de seguridad pública, enfrentaba anuncios del PVEM que evaluaba terminar su alianza con el tricolor, así como el anuncio de NA que buscó integrarse al Frente para impulsar candidatura de Moreno Valle. Poco a poco, sin provocar confrontaciones internas, el PRI fue preparando un nuevo escenario para remover prohibiciones estatutarias, a fin de postular candidatos ciudadanos. La incredulidad de los propios priistas, las encuestas que favorecían a Osorio, y una lectura especulativa en medios, favoreció una gran expectativa sobre "el tapado", vieja práctica, aunque ya no aseguraba un triunfo. La estrategia fue exitosa. El PRI se reposicionó y la presentación de José Antonio Meade se encarriló sin problemas. Es sin duda el mejor perfil por su probada honestidad, su experiencia, su eficiencia, sus valores personales y familiares, sin tache pues. Salvo el descrédito del PRI, que pese a todo logró consolidar alianza con el PVEM y NA que suman votos al proyecto.

Morena con AMLO a la cabeza no mostraba interés alguno por coaliciones, las condenaba, las criticaba y denostaba a todos los partidos, parte de la "mafia del poder". Hasta que la elección en el Edomex lo ubicó en la realidad. Buscó al PRD, al PT, y a quien pudiese sumar votos. El PES aliado con el PRI era descalificado. Erró su estrategia, pues en lugar de declinar a favor de Juan Zepeda, y así amarrar una alianza con el PRD, pidió, exigió, que sin condiciones, declinaran todos por Delfina. No hubo eco, porque lo conocen y no confían. Aunque disminuido y a punto de la desaparición, que el PRI evitó, el PT se alió a Morena.

El PES no se encontró cómodo en alianzas amplias con el PRI, al verse marginado, y al no prosperar sus iniciativas contra el Estado Laico, buscó nuevos horizontes. Representa poco más o menos el 1.5% de la votación nacional, cifra importante, si consideramos que AMLO perdió en 2006 por menos de un punto, insuficiente para mantenerse como partido si no crece más allá de su militancia, integrada por grupos religiosos evangelistas y cristianos. Fundamentalistas, religión, familia y Patria son sus banderas, así las disfracen de valores. Buscan imponer su punto de vista, su moralidad al resto de la sociedad. Rechazan otro tipo de familias, se pronuncian contra interrupción legal de embarazo, condenan a la comunidad LGTTI y su matrimonio.

Pero votos son votos y AMLO, que se define como juarista y guadalupano, decidió aliarse con ellos. Recordemos que AMLO tampoco está a favor del ILE o de la comunidad gay, ante cuestionamientos evade con que realizará consultas, cuando los derechos humanos no están sujetos a consulta popular. ¿Sumará esta alianza? Bueno por lo pronto resulta ridículo que cuadros perredistas abandonen su partido condenando alianza con el PAN-que por cierto ya se había dado en varias ocasiones- para caer en una alianza de Morena-PES. Y ante el discurso de que fue un gran gobernante en CDMX, por otorgar apoyos a tercera edad, se alzan voces para recordar inseguridad y la marcha de 2004 que AMLO descalificó, la interrupción del drenaje profundo, la cancelación del metro, el abandono del transporte público, los opacos segundos pisos, las críticas a su propuesta de amnistía y a su programa de gobierno, más lo que se acumule en la semana.

Pese a ello, AMLO será finalista en la contienda. Falta ver quien será su contendiente, si Meade o Anaya. Porque difícilmente se mantendrán tercios. Al final la decisión volverá a plantearse en términos sistémicos o anti sistémicos. Será entre dos. Y tomaremos una histórica decisión. Yo apostaría por las libertades, por el futuro, no por el regreso al autoritarismo pasado. La nostalgia por lo que ya no volverá nos condujo al Brexit y al triunfo de Trump, con costos altos para todos.

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