Rolando Cordera Campos

Con novedad en todos los frentes

Rolando Cordera comenta los cambios y la expectativa que hay tras la elección del 1 de julio en varios frentes.

Las apuestas se cruzan a diario, pero la transición tersa sigue su curso casi de modo imperturbable. Los altos dignatarios del tesoro reconocen sus lugares y empiezan a calcular sus espacios de libertad, mientras que los posibles encargados del orden interno y la relación cotidiana con el resto de la sociedad parecen preferir velar sus armas. O hacer fintas con aquello de la amnistía o los cambios en la ley de secretarías con destino desconocido.

El frente externo, por lo pronto, aún sin novedad, con todo y la consagración de Marcelo Ebrard a la llamada cancillería para, por lo pronto, 'bailar con la más fea'. Ya veremos qué noticias, fake o no, nos traen el secretario de Estado Pompeo y sus acompañantes, y cómo se desenvuelve el gobierno en ciernes en sus instalaciones y vecindarios.

Sin claridad en el horizonte dominado por Trump y sus marrullerías y desplantes, la tentación de ir por nuestro lado hacia un acuerdo bilateral crece, sin que hasta la fecha conozcamos el juego de alternativas reales barajado en estos meses por Relaciones, acompañada y no por la secretaría de Comercio y sus negociadores de verdad. No nos haría nada mal contar con más y mejor información sobre la visión y enfoque canadienses, cuya compañía nos ha sido favorable y hasta generosa las más de las veces. No pienso que un Canexit nos beneficiara y sí que el ganón en un gambito como ese sería en lo inmediato el señor Trump y su amenazante nacionalismo sin país real dónde sentar sus reales.

El entorno inmediato no es el de la desazón y el encono ciudadano que privaban sin rival hasta hace unas semanas. Hoy, estos sentimientos lúgubres aparecen dominados por las expectativas al alza propulsadas por la satisfacción del triunfo.

Encuestas aparte sobre las proyecciones económicas de los analistas privados, que sin duda hay que atender, hay presencias ominosas a todo lo largo del horizonte cercano. Desde luego, el cúmulo de conjeturas y temores por la violencia abierta y criminal que lo mismo aterroriza a comerciantes y restauranteros de esta orgullosa ciudad capital, que ajusticia políticos locales, periodistas, servidores de las fuerzas armadas.

No hay descanso en este frente y quienes lo viven cotidianamente carecen de momentos de esparcimiento y proyección de anhelos. Difícil resulta imaginar una patria cohesionada por una sociedad progresista y voluntariosa, con unos saldos letales como los que nos arrojan Monterrey, la ciudad de México, Acapulco o Guadalajara.

Nunca, salvo a un costo catastrófico, podremos asumir estos desenlaces como parte de los costos de vivir una emergencia vuelta costumbre y hasta cultura. Se trata de inminentes y cercanos desafíos a la seguridad pública y del Estado, a la de la nación en su conjunto, y corresponde a todos entenderlo así, como reto inequívoco e intransferible.

Confrontar este desatado torbellino de criminalidad hiperarmada y absoluto desprendimiento de las normas mínimas para una humanidad creíble, va a implicar muchos recursos financieros y humanos y más congruencia política. Asimismo, asumir de principio a fin que sin las fuerzas armadas no avanzaremos una micra.

Si esto nos lleva al borde del abismo autoritario no lo se; lo que todos sabemos es que, con los saldos de hoy, tanta desquiciada y desquiciante violencia no puede sino ponernos en el centro de un remolino bárbaro capaz de tragarnos a todos.

Hablar claro y sin subterfugios en este frente devastado es lo que esperamos del nuevo gobierno. Descarnado y preciso tendrá que ser su discurso, como tendrán que ser de verticales y transparentes sus inmediatos colaboradores y responsables.

Nada como este tema para ilustrar la necesidad y conveniencia de implantar un régimen de transparencia y responsabilidades vinculantes.

Una reforma indispensable y pronta sería, apenas, el punto de partida para acometer tamañas tareas. Y vaya que urgen.

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