Opinión

¿Qué muestra la baja en las tasas?


 
 
Rodolfo Navarrete
 
 
¿Tiene algo que ver el anuncio de un intempestivo regreso de Rusia del presidente Enrique Peña Nieto con la reducción de la tasas de interés de política monetaria por parte del Banco de México?  Al parecer sí: la posibilidad de que la reforma fiscal sea más light de lo que todos esperábamos.
 
 
Contra lo que se estimaba, el viernes de la semana pasada el banco central redujo en un cuarto de punto porcentual la tasa de interés de referencia, para ubicarla en 3.75 por ciento. Esto, debido a la debilidad que observa la economía.
 
 
Al respecto, señaló que estima que el crecimiento económico para 2013 en su conjunto sea "considerablemente" inferior a la proyección que hizo apenas unas cuantas semanas., además de que también anticipa que lo sea el de 2014.
 
 
Independientemente del hecho, que no deja de  llamar la atención, de que ni banco central ni la Secretaría de Hacienda pudieron anticipar la abrupta caída de la economía en el segundo trimestre (-0.73% con respecto al trimestre anterior), es de resaltar el papel asumido por la autoridad en materia monetaria al tratar de apoyar nuevamente la salud de las finanzas públicas, en línea con lo señalado en la minuta de la reunión anterior de que ello no volvería a suceder si el gobierno no mostraba una clara intención de buscar el logro del equilibrio fiscal (en su versión más light).
 
 
Como es sabido, en lo que va del presente año, y en particular en los últimos meses las finanzas gubernamentales han resentido claramente dos efectos negativos: uno, los relacionados con la caída de la economía, que necesariamente ha implicado una contracción de los ingresos públicos; y, dos, los derivados  de los incrementos de las tasas de interés de largo plazo, que ha afectado el gasto en el servicio de la deuda pública interna. Aunque en términos positivos, el incremento en el precio internacional del crudo mexicano de exportación ha compensado en algo este deterioro. El balance entre estos factores, al parecer, apunta en el sentido de seguir observando una mayor contracción del gasto público, tal como acaba de reportarse en el estado de las finanzas públicas de julio, cuando se señala que el gasto público en sólo ese mes cayó 5.4 por ciento en términos reales y anuales y más de 11 por ciento con respecto a lo presupuestado.
 
 
Ante la persistencia por parte del gobierno de tratar de lograr el equilibrio fiscal, todo parece indicar que las autoridades responsables de la política económica han optado por dos tipos de medidas: una, por el lado fiscal, evitar una mayor deterioro económico vía la aplicación de una reforma fiscal light, que no implique una mayor captación tributaria; y, dos, por el lado monetario, favorecer las finanzas públicas mediante la reducción del costo del servicio de la deuda pública interna, a través del relajamiento de la política monetaria.
 
 
Sobre el primer punto, el simple hecho de que el banco central haya llevado a cabo una reducción de la tasas de interés de referencia conduce a pensar que no ve un peligro de rebote inflacionario para principios del próximo año a consecuencia de la aplicación de la reforma fiscal, o que si se presenta no será de la magnitud que ha venido especulándose. Es más, el banco cree que "existe la posibilidad de que ocurran en el futuro cercano cambios en precios relativos resultantes de una reforma fiscal", cuyo impacto será de corto plazo, lo cual podría ser interpretado como que dicha reforma contendría sólo cambios en los precios de algunos bienes o servicios públicos, antes que incrementos en los principales impuestos como el IVA y el ISR.
 
 
Respecto al segundo punto, desde que el presidente del Fed estadounidense ofreció señales de que dicha institución podría a empezar a retirar los estímulos monetarios durante el presente año, la tasa de interés del bono mexicano de 10 años, por ejemplo, ha subido en 1.7 puntos porcentuales, mientras que el nivel de riego ha aumentado 76 por ciento con respecto al que tenía en aquel momento (medido a través del CDS de cinco años). Para evitar que estos eventos afecten seriamente las finanzas públicas, el banco central ha optado por emprender un camino inverso reduciendo la tasa de política monetaria.
 
 
Sin embargo, esta combinación de políticas implica incurrir en algunos riesgos. En primer lugar, el banco se arriesga al bajar la tasa de interés en circunstancias en las que se está observando la salida de capitales de los países emergentes, asociada a la posibilidad de que el Fed estadounidense empiece pronto a retirar los estímulos monetarios. Vale decir, que al factor de atracción de capitales por parte de EU que implicaría el retiro de estímulos monetarios por parte del Fed, se le estaría sumando uno de expulsión de capitales de México producto de la reducción de las tasas de interés internas. En todo caso, el supuesto implícito de la actuación del banco central mexicano es que las cosas en el exterior se van a mantener relativamente tranquilas y ordenadas.
 
El problema es que las finanzas de Turquía, la India, Indonesia, Malasia, Brasil, entre otros,  no son de fiar. En segundo lugar, en vista de que la reforma fiscal podría no ser una reforma, sino una miscelánea, es probable que cauce la decepción de las calificadoras internacionales de riesgos, al ver postergada una vez más la mejoría en las finanzas públicas mexicanas. En última instancia, esto implicaría que la reforma energética también podría ser limitada debido a que la reforma fiscal no proveería al sector público de recursos alternos a los derivados del petróleo.
 
Economista del sector privado.
 
 
 

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