Opinión

Patrones migratorios y remesas


 
Lilianne Pavón C.
 
 
Según el último informe sobre migraciones del BBVA (2013), los migrantes mexicanos en Estados Unidos por periodo de entrada se distribuyen de la siguiente forma: 8.9 por ciento llegaron antes de 1975, 15.5 por ciento entre 1975 a 1985; 26.4 por ciento entre 1986 a 1995; 43.3 por ciento entre 1996 y 2007 y de 2008 en adelante sólo ha llegado 5.8 por ciento. Y es que desde 1996 y hasta 2006, la emigración nacional en el vecino país creció año con año; sin embargo, entre 2008 y 2010, se estancó alrededor de 11.9 millones y para 2011 su monto disminuyó a 11.6 millones.
 
 
Actualmente, se observa un cambio de un patrón de migración temporal a uno permanente, reduciéndose la estacionalidad migratoria. En lo que se refiere a Estados Unidos, leyes migratorias más restrictivas a partir de los noventa se tradujeron en incrementos en el costo y riesgo de cruce fronterizo. También las políticas de reunificación familiar promovidas por el gobierno norteamericano han sido determinantes en esta transición, contribuyendo a la desaceleración del envío de remesas registrada en los últimos años.
 
 
Estos mismos factores han llevado a una mayor dispersión geográfica de la migración, tanto en el país de origen como de destino. Por un lado, los mexicanos residentes en Estados Unidos se adentran cada vez más al norte del país, según cifras del Consejo Nacional de Población. La diversificación se observa también en México, ya que a estados expulsores tradicionales como Michoacán o Guanajuato, se suman ahora Veracruz, Puebla y Oaxaca, entre otros.
 
 
Otro factor de desaceleración de las remesas se relaciona con el género. Cifras de la Current Population Survey (CPS) indican que en los últimos 15 años, la distribución por sexo de los migrantes mexicanos no había variado. En dicho periodo, los hombres representaron alrededor del 54 por ciento. Cabe destacar, sin embargo, que en la actualidad existen indicios de que esta composición empieza a alterarse en favor de las mujeres, pues han sido los hombres los más afectados por la crisis en Estados Unidos al trabajar en rubros vinculados a construcción y manufacturas. En cambio, las mujeres suelen ocuparse en actividades menos remuneradas, como servicio doméstico y actividades vinculadas al comercio.
 
 
La presencia mexicana en Estados Unidos permitió un crecimiento exponencial de las remesas en las últimas décadas y hasta 2006, con una recepción de 22 mil 438 millones de dólares en 2012. De acuerdo al Banco de México, en el periodo 1996-2006, éstas pasaron de 4.6 a 24.2 millones de dólares (mdd). En 2007 alcanzaron 26.1 mdd, cayendo 3.5 por ciento en 2008 y 15.5 por ciento en 2009, con una ligera recuperación de 7 por ciento en 2011, pero una nueva caída en 2012 al llegar a 22.4 mdd. En el primer semestre de 2013, México captó 10 mil 703 mdd de remesas en el primer semestre del año, 9.72 por ciento menos con respecto al mismo periodo de 2012.
 
 
Aun así, las remesas familiares representan la tercera fuente de divisas de México, contribuyendo en los primeros seis meses de 2013 con 9.3 por ciento de los ingresos totales de la balanza de pagos.
 
 
Pero la debilidad de la actividad económica estadounidense de los últimos años sólo explica parte del menor dinamismo observado en las remesas. A la dificultad creciente para ingresar al vecino país del norte se suman los escasos incentivos laborales para regresar a  México. En conjunto, se desgastan progresivamente los mecanismos de circularidad migratoria en favor de una migración más definitiva.
 
 
El deterioro de las condiciones laborales en nuestro país tiene su origen en el mal desempeño de la productividad de los factores, que ha caído en los últimos 30 años a una tasa promedio anual de 0.7 por ciento, según lo indica el PND 2013 - 2018, debido a deficiencias en absorción tecnológica y de conocimientos y la ausencia de una estrategia competitiva a nivel nacional. Esto ha redundado tanto en una insuficiente creación de empleos como en una degradación en la calidad de los mismos. Ello a su vez explica el estancamiento del salario real en niveles similares al de 1980 y una brecha salarial con el vecino país del norte que no deja de crecer, incluso por encima de la brecha existente en productividad. Así por ejemplo, la razón de salarios reales Estados Unidos México oscila entre 6 a 1 y 2 a 1, según la edad y el nivel educativo.
 
 
 
 
 
 

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