Oscar Sanchez Marquez

El cabildeo diluye la intención del voto

 

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Entre más cerca, más lejos.

Falta menos de un mes para que la ciudadanía acuda a las urnas y contrario a lo que se pudiera asegurar aún no hay nada para nadie y es porque los electores aún no definen su intención de voto, justo ese es el problema, porque en la mayoría de las campañas políticas para renovar unos mil 365 cargos de representación popular que están en disputa, entre gubernaturas, alcaldes y diputados locales, en trece entidades federativas no ha habido, hasta ahora, ya al cuarto para las doce, un clic entre votantes y candidatos antes del domingo cinco de julio.

Sin ahondar en el devenir de los ajustes que ha tenido el modelo de comunicación en esta era de las nuevas tecnologías de la información, está claro que algo pasa en las relaciones públicas de los partidos políticos y sus candidatos porque a la vista de todos están lejos, muy distantes de su intrínseca labor de convencer a un electorado de acudir a las urnas y depositar su voto.

Pero la observación está en que no es un error de los candidatos darse cuenta de esta cruda realidad, sino en quienes ellos dejan sus oficinas de comunicación y de relaciones públicas, quienes a costa del auge de las redes sociales apenas se convierten en contestatarios de cualquier ataque político y olvidan su auténtica labor de formar una opinión pública que incite al genuino sufragio efectivo.

Son ellos quienes en su necedad de ocupar grandes espacios en medios y de ganar seguidores o 'me gusta' en redes sociales, se pierden y dejan de lado el verdadero espíritu de la comunicación humana que es transmitir un mensaje claro y directo que le haga ganar un puesto de elección popular en las urnas.

Es así como los grandes comunicadores, pudiendo ser los estrategas en la guerra política por el voto ciudadano, quedan reducidos a cabilderos en una guerra de lodo porque sucumben al trabajo fácil de caer en la diatriba, la acusación fácil y simplona que lejos de ayudar a los políticos los aleja de la escena del debate político de cara a la ciudadanía.

Aquí el llamado es para que quienes aspiran a puesto de elección popular no elijan la ruta fácil de tener al frente de su línea de comunicación a un as del cabildeo que, quizá por ser más rentable que un auténtico profesional de la comunicación humana, constituya el fracaso de una campaña político-electoral, porque finalmente lo barato sale caro, aún más en lo político.

El autor es director de Gecox Comunicación.

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