He Dicho

Tres décadas estancados

Si desde el Mundial de Estados Unidos 94 a la fecha seguimos llegando al mismos sitio, algo deberíamos cambiar, escribe Miguel Gurwitz.

Me tiene sorprendido que cuatro días después de la eliminación de México a manos de Brasil, la crítica siga siendo sobre el estilo de juego de Neymar.

Qué manera de engañarnos y autocobijarnos. México perdió porque fue menos que su rival, así de simple. Que la Selección tuvo muy buen inicio es cierto, pero cierto también es que después se vio superada en velocidad, ideas y juego colectivo. Decir que Guillermo Ochoa fue la figura del partido dice bastante de lo que fue uno y otro equipo, así que menos queja y más autocrítica.

Y en esa misma autocrítica entra el análisis para lo que viene, y eso debería ser mucho mas profundo que elegir el nombre del próximo entrenador de la Selección mexicana que, a todas luces, no debería seguir siendo el mismo.

Juan Carlos Osorio no merecería la extensión de contrato, ya que su trabajo no lo justifica: no hizo más que los demás en el Mundial, de hecho, hizo menos en cuanto a cifras se refiere:

1.- Peor registro ofensivo en 40 años con tan sólo tres goles.

2.- Peor registro defensivo en 20 años.

3.- Peor derrota desde 1978 con el 0-3 de Suecia.

A esto le podemos agregar que, en su gestión, el equipo ganó sólo un partido en eliminación directa (1-0 a Honduras, que, dicho sea de paso, es la versión más floja del equipo centroamericano en muchos años) y en los otros cuatro que perdió (entre ellos Jamaica) no fue capaz de competir.

Más allá de su injustificado sistema de rotaciones, los números en los momentos determinantes son negativos, y si bien la eliminatoria fue brillante, los exámenes finales terminaron siendo decepcionantes, tan es así que en su gestión no se obtuvo un solo trofeo.

Pero el nombre del entrenador no debe ser el debate central en la nueva Federación Mexicana de Futbol, el verdadero tema es encontrar la explicación a siete Mundiales con el mismo resultado. Estamos hablando de tres generaciones de futbolistas, más de 10 entrenadores y casi tres décadas estacionados en el mismo sitio.

No se trata de un techo sicológico como lo dijo Decio de María, claro que no, se trata de mejorar la estructura del futbol mexicano, de su nivel de exigencia, del grosero número de extranjeros en la Liga, de renunciar a la alta competencia en Conmebol a nivel de clubes y Selección, de priorizar el crecimiento deportivo encontrando un justo balance entre las ganancias económicas y futbolísticas. Se trata de procurar el bolsillo, sí, pero generando mejores futbolistas.

No se trata de elegir un entrenador. ¿De verdad no nos damos cuenta del estancamiento? ¿De verdad cuesta tanto trabajo darse cuenta que haciendo lo mismo obtenemos lo mismo?

La solución va más allá de un nombre. Si desde el Mundial de Estados Unidos 94 a la fecha seguimos llegando al mismos sitio, algo deberíamos cambiar, ¿no cree?

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