He Dicho

Tienen razón Layún y Hernández

Jugar con la Selección debe ser motivo de orgullo siempre, pero hay que entender las distintas circunstancias que rodean a algunos jugadores, escribe Miguel Gurwitz.

Trascendió que tanto Miguel Layún y Javier Hernández (probablemente otros más que juegan en Europa) han solicitado no ser llamados para los dos amistosos de fecha FIFA en septiembre, argumentando que la temporada europea recién comienza y su primer objetivo es ganarse un puesto con su equipo. Y sabe qué, tienen razón. Uno recién aterrizó en España (Layún) y el otro se quedó con el West Ham, ya que así se lo pidió su nuevo entrenador.

Y no se trata de pereza o capricho, se trata de mero sentido común. Los dos partidos tienen como único objetivo cobrar lo pactado en el acuerdo con Soccer United Marketing, empresa que maneja los intereses del equipo mexicano en Estados Unidos.

Pongámonos en el lugar de los futbolistas: jugar el partido tiene más riesgos que beneficios. En lo futbolístico no hay ningún provecho, ya que no hay competencia cercana y, lo más importante, no se puede considerar que estos partidos marcan el inicio de la ruta hacia el Mundial de Qatar 2022, ya que falta la pieza más importante: el entrenador.

No podemos considerar estos partidos como el inicio de un nuevo proceso si el equipo mexicano no tiene un director técnico. Y podrán argumentar que el proyecto está y sólo hace falta quien lleve las riendas en lo deportivo (como si fuera cosa menor), pero al final es al entrenador al que hay que llenarle el ojo.

Jugar estos partidos conlleva dos riesgos importantes para los que juegan en Europa: el menor, perderse la siguiente fecha de su Liga, y en sus condiciones sin titularidad segura, no están para regalar nada; la otra, la posibilidad de lesionarse.

El escenario es diferente para jugadores de menor trayectoria y recorrido que utilizan esta clase de partidos como la gran oportunidad de ser observados a otro nivel. A ellos sí les viene bien esta clase de compromisos, ya que podrían representar una oportunidad única.

Jugar con la Selección debe ser motivo de orgullo siempre, pero hay que entender las distintas circunstancias que rodean a algunos jugadores.

No hagamos olas, no querer jugar estos partidos resulta completamente normal para algunos futbolistas en todos el mundo.

COLUMNAS ANTERIORES

Reglamentos, no comunicados
La grata sorpresa celeste

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.