He Dicho

Ningún chile nos embona

Nos gustan los extremos porque esos no requieren análisis. Nos distingue el sarcasmo y nos menospreciamos, escribe Miguel Gurwitz.

De verdad que no. Somos 'contreras' y el 'pero' es casi siempre nuestro mejor aliado. Somos mucha pieza o de plano valemos madre. Nos gustan los extremos porque esos no requieren análisis y fijan nuestra postura con tal rigidez que flexibilizarla se vuelve misión imposible. Y el tema del entrenador nacional es buen ejemplo.

Somos tan buenos que Miguel Herrera no merece otra oportunidad. Somos tan exquisitos que Matías Almeyda no cumple con el perfil, independientemente de que haya hecho campeón a un equipo de puros mexicanos, muchos de ellos, jóvenes, pero no, como que le viene grande el puesto. De ahí nos vamos a reflexiones como: "Vucetich ya chole", "Caixinha no le ha ganado a nadie" o "El Turco ni al caso". Somos tan estudiosos que establecemos con escandalosa tranquilidad que aquellos que trabajan en nuestro medio no están a la altura de lo que tenemos en mente para el equipo nacional. "Merecemos algo mejor", ¿no?

Pero cuando salen los nombres gordos del futbol mundial nos da risa. Nos distingue el sarcasmo y nos menospreciamos. "¿Cómo creen que Guardiola, Del Bosque o Pochettino, les va a interesar una Selección tan modesta como la mexicana..? Sueñan".

Entonces suenan nombres como los de Martino o Carlos Queiroz que parecerían encontrar la media entre el inexplicable rechazo al entrenador que trabaja en México y los imposibles europeos; pero no, ahí también tenemos objeción estableciendo que el argentino no obtuvo títulos con Argentina y con Barcelona apenas una Supercopa. Sobre el trabajo de Queiroz abunda la ignorancia, misma que provoca señalamientos y descalificación, y es en donde llegamos al extremo donde ningún chile nos embona.

Gerardo Martino se convierte hoy en la posibilidad más cercana, pero más allá de eso, en una muy buena: por el camino recorrido, por su fácil comunicación, por la importancia que le da al intercambio de ideas con el jugador, por su manera de trabajar y por las conquistas obtenidas en el pasado.

Ya de salida, menuda presentación de Juan Carlos Osorio con la Selección de Paraguay estableciendo en su primera convocatoria que su deseo es dirigir a Colombia. ¡PLOP!

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