He Dicho

Grandeza obliga

Guste o no la palabra, Tigres tiene la permanente obligación de al menos pelear todos los trofeos que disputa, escribe Miguel Gurwitz.

He sido, desde hace mucho tiempo, un detractor de la Copa MX, aunque he de reconocer que ciertas modificaciones al sistema de competencia ayudaron. Aún así sigue siendo un torneo de segunda categoría, y lo es por el nivel de juego, por el espectáculo ofrecido y de lo que en términos generales ofrece a los ganadores.

Sin embargo, ahí está y hay que atenderla, y eso nos lleva al tema de Tigres, que encuentra un nuevo fracaso en este certamen. Fracaso mayúsculo, así, con todas sus letras.

¿Por qué calificarlo de esa manera? Simple:

Como en todos los deportes, el tamaño de la inversión debe ser proporcional a las metas y éxitos obtenidos, y al ser la nómina más alta del circuito y una de las mas importantes del continente, quedar fuera en cuartos de final en un torneo de estas características resulta un fracaso de considerables dimensiones.

Guste o no la palabra, Tigres tiene la permanente obligación de al menos pelear todos los trofeos que disputa.

Y no debería doler ni incomodar el término a Tigres y su afición, misma que reclama se les otorgue un sitio en ese diminuto rincón llamado grandeza, porque ser grande implica ganar permanentemente, ser grande implica vivir y acostumbrarse a la presión y la crítica. Ser grande contrae compromisos ineludibles con los trofeos.

Digamos que la grandeza, así como la nobleza, obliga. Así que, Tigres fracasó.

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