He Dicho

El fracaso del Tri

El futbol mexicano está donde merece estar: pagando las consecuencias de la búsqueda constante y prioritaria de recursos económicos, escribe Miguel Gurwitz.

Podemos elegir varias divisiones, incluso la Selección mayor, pero concentrémonos en el reciente ridículo de la Sub 21 en los Juegos Centroamericanos en Colombia donde el equipo mexicano fue eliminado en la primera ronda.

Fracaso mayúsculo, sí, pero tampoco debe sorprendernos. Y no debe porque eso es lo que ha cosechado el futbol mexicano en los últimos años. Eso es exactamente una de las consecuencias de una Liga que privilegia por encima de cualquier cosa al jugador extranjero sin importar su calidad.

Y para los que creen que se trata de un accidente aislado, lo invito a revisar a profundidad lo que ha sucedido con las distintas selecciones nacionales:

La mayor, estancada en el mismo sitio desde hace siete mundiales.

Sub 23 o representativo olímpico: eliminada en la fase de grupos en Río 2016.

Sub 20, una categoría clave en el futuro del nuestro futbol, la menos brillante de todas: en el Mundial de 2017 fueron eliminados en Cuartos de Final; en el 2015, en la primera fase quedando en último lugar del grupo. En el 2013, México fue penúltimo lugar del grupo y aunque calificó, fue derrotado por España en los Octavos de Final. En Colombia un extraño tercer lugar; de ahí para atrás, de cinco ediciones celebradas, solo calificó a dos.

En la categoría Sub 17 las cosas tampoco caminan, hay que recordar que apenas el ano pasado, México no gano un solo partido de su grupo, y aunque calificó, fue eliminado en la ronda siguiente.

No, claramente no se trata de un mal torneo sino de una tendencia prolongada. Se trata de un futbol mexicano que no trasciende a nivel internacional desde hace muchos años. Se trata de abrir los ojos y ver con absoluta claridad que todo lo que se trabaja en la Liga tiene implicación directa en las Selecciones Nacionales.

De muy poco sirven los esfuerzos de las distintas selecciones buscando fogueo internacional de manera constante y de las ligas en las diferentes divisiones si la parte final del proceso de crecimiento esta completamente colapsada. El jugador mexicano necesita un gigantesco golpe de suerte para si quiera ser visto por quienes deciden en el primer equipo.

El futbol mexicano está donde merece estar: pagando las consecuencias de la búsqueda constante y prioritaria de recursos económicos poniendo en segundo o tercer plano, el crecimiento deportivo.

Así hereda Yon de Luisa la Federación Mexicana de Futbol, con una grave y extendida crisis deportiva.

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