Mexicanos Primero

Latinoamérica para la Primera Infancia, parte I

 

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Por David Calderón*

En un acto sin precedentes, este 16 de noviembre se firmó en Bogotá el acuerdo por una Agenda Regional para el Desarrollo Integral de la Primera Infancia. Presidió la firma el Premio Nobel de la Paz y actual presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, y adhirieron doce países de Latinoamérica y el Caribe, con el Secretariado del Sistema Nacional de Protección Integral de Niños, Niñas y Adolescentes (SIPINNA) representando a México.

¿Por qué afirmo que el hecho es sin precedentes? Ya hay muchos compromisos internacionales que México y otros países vecinos han signado a favor de la infancia en general, y también con acento en los niños y niñas de cero a cinco años de edad. Ni se cumplen todos, ni se acaban de conocer en la opinión pública; la mayoría de los funcionarios no los tienen como referencia de su acción cotidiana, más atentos como están a la normativa de su departamento, guardería o estancia, y a las instrucciones de sus jefes directos; menos todavía las familias los tienen a mano como parámetro para exigir lo que es el derecho de sus hijos más pequeños. Más aún, el Acuerdo de Bogotá no es vinculante en términos jurídicos, ni hay que hacer todo el pase por los canales diplomáticos y legislativos que tienen otros instrumentos.

La fuerza de la Agenda viene, en cambio, de su origen y de su propósito, y no depende del marco normativo, sino de la suma de voluntades de la coalición que la impulsa. Hace más de dos años, un primer grupo de especialistas y activistas convocado por organizaciones de la Red Latinoamericana por la Educación (REDUCA) y por el Diálogo Interamericano se reunió en São Paulo; de ahí salieron las líneas guía que, profundizadas en otros tantos encuentros en Lima y Washington, se plasman en el acuerdo que se firmó la semana pasada.

Comenzó por una exigencia intrínseca: los que trabajamos en los temas de Desarrollo Integral de la Primera Infancia (DIPI) sabemos que la única manera sólida de servir a los más pequeños es desde la intersectorialidad y la interdisciplinaridad. Estamos cansados, los practicantes, de que un sector específico –salud, por ejemplo- apabulle con su peso burocrático y su hábito de escuchar poco, y que se pierdan de vista los aspectos cualitativos que no sean talla, peso y calificaciones de hitos neurológicos. Estamos cansados de que un área de gobierno –educación, por ejemplo- pretenda imponer a todos los servicios, sin conocerlos, programas, normativas o estándares que están inspirados en su habitual tarea en las aulas de básica, sin reconocer ni acercarse con evidencia a lo que la comunidad de expertos trabaja con referentes no escolares. Estamos cansados del enfoque paternalista y asistencialista de las primeras damas, nacionales, estatales o municipales, y sus desgastadas reminiscencias de Evita.

Estamos cansados de que los funcionarios no escuchen a los defensores de derechos humanos, y que su conocimiento del paradigma ético sea tan burdo. Estamos cansados de que los bancos de desarrollo presenten papers y artículos atrasados, con recomendaciones que nadie usa, y que en la realidad de cada país tengan la mordaza de los compromisos que marcan los préstamos. Estamos cansados de que las fundaciones corporativas nos receten año tras año sus informes de programas de mínima escala, costosos y pretenciosos, en foros y congresos llenos de autoelogio y relaciones públicas. Estamos cansados de que los activistas se desgañitan en la denuncia, y hagan –si llegan a ese punto- propuestas tan mediocres e ideológicas que no se pueden tomar en serio, como si la santa indignación les excusara del trabajo de estudiar y pensar con evidencia y rigor.

La colaboración intensa, no siempre fácil, nos puso en una misma mesa: los expertos en política pública de GRADE (Perú) y CINDE (Colombia), con los economistas de BID y CAF; los implementadores uruguayos y chilenos con los expertos en neurodesarrollo de Brasil y México; los fondeadores como Femsa o United Way con los activistas de Ririki o Mexicanos Primero. Así, en la Agenda Regional, lo "integral" y "transversal" no se postula como resultante, sino se expresa desde el origen. Y en Bogotá hablamos de la elección y el cambio de gobierno que enfrentará México en 2018, y de su impacto en las tareas del DIPI. A ello me referiré en la siguiente entrega.

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