Mauricio Jalife

Difieren cierre de tratado por nombres de quesos

 

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Lo que podría verse como un innecesario obstáculo, o un diferimiento resultado de una injustificada resistencia, es en realidad un reconocimiento indirecto a la relevancia que para las partes representan los temas de Propiedad Intelectual en sus economías. Así es como, desde mi punto de vista, se puede resumir el anuncio hecho por la Secretaría de Economía en relación al postergado cierre de negociaciones del tratado de libre comercio con la Unión Europea, que ha encontrado en el tema de Indicaciones Geográficas un álgido campo de batalla.

La posición europea, de todos conocida, plantea como indispensable la protección de sus nombres geográficos de quesos, vinos, cervezas y embutidos, a fin de dotar a sus productores de la exclusividad de mercado que deriva del acto jurídico de su reconocimiento. Bajo esa consigna, nombres como Manchego, Roquefort y Feta, entre otros, tendrían que dejar de ser usados en México, reservándose su empleo a exportaciones de las empresas autorizadas de la zona correspondiente en aquel territorio.

En el caso particular de la industria de los lácteos en el país, la restricción profetiza la pérdida masiva de empleos y la salida del mercado de múltiples productores que tienen en el manchego, particularmente, la fuente principal de sus ingresos. La protección que, en contrapartida pide México para unas 30 Indicaciones geográficas, no parece paliar la desequilibrada ecuación en la que la tradición de tutela a denominaciones de origen en Europa, carga de su lado la balanza.

Por el propio contenido de la materia debatida, el asunto tiene una carga nacionalista que desborda lo meramente económico y se inscribe en la parcela de las emociones. No se trata de un "cupo" para vender mas limones, sino la renuncia o colocación de una bandera que tiene mas de conquista territorial que de oferta exportable.

En este contexto México enfrenta una doble disyuntiva histórica. Por una parte, porque al afrontar esta negociación, y anticiparla con una reforma legal de fondo que crea la figura de las Indicaciones geográficas, toma un camino definitivo a favor de este tipo de legislación, terminando con una duda ideológica que como país nos habitaba desde hace varias décadas.

El segundo desafío, de orden más coyuntural, esta marcado por la determinación de abandonar la posición que Estados Unidos ha promovido para desconocer la protección a los nombres geográficos de los alimentos, argumentando su uso genérico. En este punto México acierta, no por ser un acto de rebeldía auspiciado por los conocidos desaires de la administración Trump, sino por ser un país rico en productos típicos de alto valor cultural.

De momento, todo listo para el round final.

Correo: mjalife@jcip.mx

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