Mauricio De Maria Y Campos

Retos y apoyos a la movilidad y la cultura de adultos mayores

El INAPAM tendrá una tarea urgente que realizar en consulta con autoridades federales, estatales y municipales con el sector privado, opina el columnista.

Celebrando mis 75 años

En mi artículo anterior hice referencia al desafío de la persistente discriminación social en México y a la insuficiente atención que brindamos a niños, jóvenes, adultos mayores y personas con capacidades diferentes o disminuidas.

Hoy quisiera subrayar que al envejecimiento creciente de la población mexicana, la escasa cobertura de las pensiones y los insuficientes servicios médicos, de cuidado y de educación continua para los adultos mayores -en particular de los estratos de menores ingresos del país, hay que agregar dos retos importantes : el de la movilidad y el de acceso a la cultura.

El de la movilidad ha sido atendido con mayor atención en las últimas 2 o 3 décadas a través de una serie de disposiciones de autoridades federales y locales que han permitido establecer condiciones físicas, reglamentos y servicios y tramites preferenciales o privilegiados para que los adultos mayores –y personas con capacidades disminuidas- puedan acceder al sistema de transporte público e ingresar a instalaciones públicas, comercios y servicios diversos.

Los trámites han mejorado y muy diversos tratamientos preferenciales han sido establecidos por las Secretarias de Estado (Hacienda y Crédito Público , Sector Salud) - y los gobiernos de las ciudades y los municipios más ricos. La Ciudad de México y muchas otras ciudades otorgan trámites privilegiados a los adultos mayores, e incluso descuentos fiscales a los sectores de escasos recursos en el pago del predial.

En la Ciudad de México y sus cercanías el METRO es gratuito para los adultos mayores y discapacitados. En Monterrey me dicen que eso no sucede. Se cobran 4.5 pesos a todos parejos. En los autobuses hay descuento, pero se tiene que tramitar otra tarjeta que se llama "preferente" y presentar las dos para obtener el descuento.

El sector privado se ha sumado voluntariamente a estos tratamientos. Las líneas de autobuses interurbanos venden por lo general boletos a mitad de precio a los adultos mayores. Algunas línea aéreas, por ejemplo, otorgan un descuento de 15% en sus tarifas a adultos mayores (inicialmente a partir de los 60 años; hoy de los 65).

La credencial del INAPAM es normalmente la llave mágica de entrada a esos servicios y a diversos descuentos y promociones. Lamentablemente basta ingresar al sitio web de la institución para darse cuenta de lo limitados que son esos servicios y lo deficiente que es la información respecto a los que existen y son significativos.

Los avances son insuficientes. En muchos edificios e instalaciones públicas y privadas, incluyendo restaurantes no hay facilidades para el acceso de personas mayores o con capacidades distintas. En las estaciones del metro y los puentes urbanos hay pocos elevadores para adultos mayores y discapacitados y por lo general no funcionan -en contraste con las grandes urbes europeas y asiáticas. Me ha tocado ver escaleras eléctricas suspendidas por reparación o mantenimiento en estaciones profundas del METRO Constituyentes por periodos de más de tres meses, sin aviso alguno al ingresar a la estación a los usuarios, que se encuentran con la sorpresa a mitad del camino.

Las instituciones gubernamentales y empresas y asociaciones del sector cultural y de entretenimiento presentan también una variedad de condiciones físicas, descuentos y trámites para su acceso por parte de adultos mayores y personas con capacidades distintas.

La UNAM y las universidades e instituciones de educación superior en general son bastante abiertas en el acceso a la cultura a niños, jóvenes, adultos mayores y personas de capacidades distintas: pueden tener acceso mediante la credencial universitaria y del INAPAM a dos boletos con descuento a cualquier espectáculo, por lo general a mitad de precio.

Las cadenas cinematográficas también tienen establecido un descuento para personas mayores y personas con capacidades distintas, que puede ejercerse desde el momento que el interesado hace su reservación electrónicamente y paga con tarjeta de crédito desde su casa u oficina. Lo que les interesa es que vayamos al cine y compremos palomitas de maíz, dulces s y refrescos.

Los museos son por lo general generosos en su tratamiento. Además de ser gratuitos los domingos para toda la población, suelen serlo también el resto de la semana para niños, estudiantes y adultos mayores (con credencial).

Sorprende el caso del INBA y en particular del Palacio de Bellas Artes y otros teatros asociados. La labor que realiza el INBA en la promoción y difusión de la cultura es muy loable dados los limitados presupuestos con que opera; los precios de sus boletos son muy atractivos, considerando la calidad de los espectáculos. Sin embargo, sus magníficos descuentos del 50% para jóvenes y adultos mayores siguen sujetos a una aguda tramitología que los hace poco accesibles.

El descuento no se puede obtener electrónicamente; sólo acudiendo personalmente a las taquillas en el Palacio de Bellas Artes o el teatro en cuestión. Si interesa un segundo boleto, para otra persona de la tercera edad, un estudiante o una persona con discapacidad, la persona tiene que estar presente. No basta con llevar su identificación, aunque viva a 15 km de distancia y tenga ocupaciones, o discapacidades que le impidan acudir a la taquilla.

Los trámites se establecen para que no haya violaciones por parte de los malosos, aunque en la práctica no haya procedimientos que eviten una trampa. En otros países, el boleto con descuento se puede obtener electrónicamente y la prueba está en el boleto mismo (color o sello diferente); la comprobación de identidad se puede exigir al ingreso al espectáculo.

En el caso del Palacio de Bellas Artes hay que hacer cola dos veces: una primera ante una ventanilla donde se presenta la credencial del INAPAM o de estudiante y se emite un comprobante del descuento, especificando cada fecha y evento; y otra ventanilla enfrente, en la que se selecciona el asiento y se paga el boleto.

Hace una semana acudí a la presentación del Oratorio El Sueño de Gerontius de Edward Elgar con excelentes coros y solistas: un auténtico homenaje al adulto mayor. A la entrada se me acercó un hombre de edad avanzada que me preguntó si me sobraba un boleto. Había olvidado su tarjeta de INAPAM . Se lo regalé con gusto. La sala resultó estar estaba llena sólo a dos tercios

El desafío de la burocracia y de la "tramititis aguda" ocurre en todo el mundo y afecta a toda la población: impacta a personas y empresas y requiere atención permanente. A veces exige desregulación, pero en ocasiones demanda regulaciones más inteligentes y sencillas. Lo que queda claro es que para sectores sensibles o en desventaja la urgencia es muy grande en todos los ámbitos.

Los adultos mayores representan hoy el 10.5% de la población de México. En 2050 duplicarán su peso al 21.5%. ¿No habrá llegado la hora de revisar políticas y simplificar trámites para que adultos mayores y personas con capacidades diferentes puedan obtener tratamientos pertinentes con mayor oportunidad y trámites más sencillos? EL IMSS y el ISSTE lo lograron recientemente al sustituir la prueba presencial de vida por la verificación de registros públicos. Eliminaron a jubilados y discapacitados las molestas visitas semestrales y a las oficinas las cargas y costos burocráticos.

El INAPAM tendría una tarea importante y urgente que realizar, en consulta con autoridades federales, estatales y municipales y en coordinación con el sector privado, con el fin de promover políticas públicas y programas privados eficaces para incidir de manera efectiva en su bienestar y desarrollo incluyente, más allá de las modestas aportaciones en efectivo. Pero para ello hay que fortalecer la institución con recursos humanos y financieros y transformarla para ponerla a la altura de las existentes en países de la OCDE y algunos países emergentes de vanguardia.

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