Fuera de la Caja

La ola del consumo

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La incorporación de mil 800 millones de personas en edad de trabajar a la economía global durante los últimos 35 años ha tenido un gran impacto en la distribución de ingreso en el mundo. Como ya comentábamos hace unos días, 30 por ciento de la población mundial salió de la pobreza en esos años, pero también una cantidad importante de personas en el mundo desarrollado vio mermada su economía. No tanto como para llegar a la pobreza (aunque algunos sí), pero suficiente para sentirlo. Puesto que esa inclusión de millones de trabajadores implicó mayor producción, un grupo de empresarios obtuvo mayores ingresos.

Posiblemente no sea una mayor proporción que antes, considerando la ubicación global de sus empresas, pero sí se amplió la brecha entre ellos y sus trabajadores originales, los de los países desarrollados. Por eso, mientras se reduce la desigualdad global, se incrementa al interior de los países.

Pero decíamos que todo indica que en los próximos años tendremos la incorporación de las poblaciones de China e India (entre otros) al consumo y ya no sólo a la producción. Al igual que ocurrió con ésta, China lleva una gran ventaja, pero India ya cuenta varios años con crecimientos importantes, y es de esperarse que pronto empiece a notarse eso en su consumo. De momento, nos concentramos en China.

A inicios de los setenta, China era uno de los países más pobres del mundo, gracias a los experimentos de Mao. En 1970, el consumo promedio de calorías en el mundo, por habitante, era de dos mil 400. México andaba en dos mil 500; India en dos mil 100; y China apenas superaba mil 800. Dos terceras partes de esas calorías las obtenían de cereales, y apenas 5.0 por ciento eran de origen animal, misma cifra que en India en esos años. Pero China venía ya recuperándose de Mao, y en el transcurso de la década supera a India, que vivía tiempos difíciles. En la década de los noventa China alcanza el promedio mundial, y en los últimos años está más o menos a nuestro nivel. Nada excepcional, considerando que más o menos tenemos el mismo ingreso por habitante. Pero en calorías de origen animal sí nos han superado, aunque sea por poco: 23 a 20 por ciento.

Aunque China es el segundo productor mundial de alimentos (sólo detrás de Estados Unidos), el ritmo de crecimiento en los últimos años es tan grande que ya no pueden cubrir su demanda. Esto significa que China ha empezado a importar alimentos, y eso es una oportunidad interesante, aunque por el momento la participación china en el mercado mundial siga siendo relativamente pequeña. Los productos que más importa son vegetales (los que no son tomates ni cebollas), cerveza, otras frutas, carne de puerco y leche. Es apenas el 1.0 por ciento del mercado mundial en vegetales, pero llega a 2.0 por ciento en carne de puerco, y más de 4.0 por ciento en frutas y leche. Las importaciones de todos estos productos crecen a doble dígito desde el 2000. En electrónica, instrumentos y vehículos, el crecimiento de las importaciones es mayor a 20 por ciento anual.

Si, como hemos dicho, China ha llegado a su límite productivo (y por eso sus crecimientos serán menores), su consumo puede seguir creciendo durante diez o 15 años. Y lo hará a doble dígito, me parece, conforme el rebalanceo prosigue. Hay dos riesgos importantes en esto que vale la pena tener presentes. El primero es que no puedan evitar una crisis financiera por el exceso de deuda utilizada desde 2009. El segundo, que conforme el consumo crezca, las presiones por un cambio político también lo hagan. Aunque Asia entiende diferente la democracia, lo de China no se parece bajo ningún concepto. Y cuando las personas consumen, y hacen sobremesa, siempre acaban pidiendo democracia. El costo del éxito que no sabemos si podrán administrar los mandarines.

El autor es profesor de la Escuela de Gobierno, Tec de Monterrey.

Twitter: @macariomx

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