Fuera de la Caja

Congreso y vacío

Macario Schettino escribe que mientras el desorden campea en el Congreso, desde el equipo de AMLO no surgen soluciones. El vacío legislativo actual es su responsabilidad.

En Estados Unidos, las elecciones del martes dejaron a Donald Trump con una sola pata en el Congreso. Perdió el control de los Representantes y sólo tiene ahora al Senado, aunque no queda todavía claro con qué margen. Dos o tres elecciones siguen en duda, porque el conteo no ha terminado, o porque habrá recuento, y de eso depende cómo quedarán. Más aún, regresa al Senado Mitt Romney, por los republicanos, que tengo la impresión que actuará como lo hizo McCain, vendiendo muy caro su apoyo, o de plano frenando a Trump.

En los Representantes tampoco se han terminado todos los conteos, pero es claro que los demócratas tendrán mayoría. Falta ver si Nancy Pelosi sigue como coordinadora de la fracción (y en ese caso, Speaker of the House) o si el proceso de 2020 ya la jubila y abre espacios a otros. Aunque Trump no cambiará nunca, ahora tiene menos poder y una oposición real que va a buscar descarrilarlo para evitar su reelección, al menos.

Acá en México, en cambio, el Congreso parece un palenque. La abrumadora mayoría de Morena prácticamente impide cualquier movimiento de la oposición, pero la falta de estructura de esa organización no permite un funcionamiento lógico. Se presenta cualquier cantidad de iniciativas, sin ton ni son: eliminar la reforma educativa, sustituir la palabra "varón" por "hombre" en la Constitución, poner las reservas del Banco de México a disposición del Presupuesto, incrementar la retención de impuestos en las operaciones, lo que sea que se les ocurra.

En los dos meses que lleva esta Legislatura, parece que la única decisión relevante ha sido el reconocimiento de que las instituciones de salud del Estado deben cubrir a matrimonios del mismo sexo. La propuso Germán Martínez y fue aprobada por unanimidad en el Senado. La otra iniciativa aprobada, que han celebrado mucho, es la limitación de sueldos y salarios en el gobierno y la eliminación de las pensiones a expresidentes. Esa no es una buena idea, pero se cumple una más de las promesas de campaña.

Como hemos estado muy atentos a las decisiones del presidente electo, que mientras no tome posesión son sólo declaraciones, no cuidamos lo que hace el Congreso, que tiene relevancia inmediata: ya son poder legalmente constituido. Sabemos que un día dejará Pemex de exportar petróleo, porque lo anunció AMLO, o que el 1 de diciembre ya no habrá obras en Texcoco, pero son eventos que aún no ocurren. Lo que sí es un hecho es la reducción de salarios a altos funcionarios, que entrará en vigor el 1 de enero de 2019. Eso es ya una ley.

El problema en el Congreso es que no hay, como decíamos, una lógica clara. Puesto que Morena no es un partido político, no hay disciplina. Sus huestes se mueven siguiendo a liderazgos que se han agrupado en distintas facciones. Yo alcanzo a identificar cuatro, pero posiblemente haya más: bolivarianos, ebrardistas, monrealistas y claudios, por el tamaño de cada una de ellas. No agrupan a todos, y las ocurrencias individuales abundan, como fue el caso de las reservas internacionales.

Mientras el desorden campea en el Congreso, desde el equipo de AMLO no surgen soluciones. Pospusieron otra vez el plan de seguridad, seguimos esperando el Presupuesto, nada claro hay en educación o energía. Es cierto que su gobierno empieza dentro de tres semanas, pero fue AMLO el que quiso hacerse del poder desde el día de la elección y arrollar a la administración de Peña. El vacío actual es su responsabilidad.

Y es curioso que hayan decidido convertir a diciembre en un mes perdido: están pagando ya los sueldos del mes y el aguinaldo. Más vacío y desorden, pues.

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