Luis Pazos

Banxico y devaluación, bajaron déficit en 2017

El Gobierno federal presume que un superávit primario, pero éste se basó en las ganancias que obtuvo Banxico por la devaluación del peso, indica Luis Pazos.

Gobierno federal presume que en 2017 obtuvo un superávit primario, es decir, sin considerar el pago de la deuda, equivalente al 1.4% del PIB, lo que parece positivo y concuerda con el mínimo considerado necesario para frenar el crecimiento del déficit y la deuda por calificadoras internacionales. Ese "logro" aparenta un reordenamiento de las finanzas públicas, que permitió una disminución del déficit público al 1.1% del PIB, lo cual a primera vista es una buena noticia.

Lo preocupante es que esa corrección no se basa en una reducción de los desequilibrios entre los gastos y los ingresos en las finanzas públicas, sino en la utilización de los remanentes de operación del Banco de México para disminuir los desequilibrios económicos del sector público federal. Esos remanentes o ganancias se generaron básicamente por la devaluación del peso. Las reservas de Banxico, su principal activo, 172.4 mil millones de dólares a finales del 2017, aumentaron si las contabilizamos en pesos en aproximadamente un 50% en los primeros 5 años del actual gobierno. Con esos remanentes o ganancias, gracias a la devaluación del peso, el gobierno de EPN financió parte de su gasto y deuda excesiva.

Sin contabilizar los recursos tomados de Banxico, que no son generados por el sector público federal y representan el 1.5% del PIB, no hay superávit primario y el déficit en sentido amplio (RFSP), que presumen se redujo por primera vez en 10 años en 2017, sería de más del doble que el anunciado (2.6%).

Las cifras "alegres" sobre las correcciones de las finanzas públicas no provienen de un cambio estructural hacia un equilibrio entre gastos e ingresos, que cayeron en 3.7% en 2017, sino de la utilización de las ganancias de Banxico por la devaluación del peso.

Las reservas y remanentes de Banxico fueron claves para presentar un superávit primario y un menor déficit, y no la prudencia, austeridad o correcciones en el gasto del gobierno federal. Paradójicamente, gracias a la devaluación del peso, provocada por las irresponsables políticas de gasto y déficit del gobierno, el mismo gobierno pudo presentar reducciones transitorias en su déficit y gasto excesivo. Esos logros virtuales, más que reales, son difícilmente sustentables para después de las elecciones del 2018 y en el 2019.

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