Sobremesa

La comida de Líderes

Lourdes Mendoza escribe que dos comidas marcaron la semana pasada; el miércoles, la tradicional comida de los 300 Líderes y el viernes, la comida por los 25 años del Comce.

La semana pasada, dos comidas marcaron la semana. El miércoles, la tradicional comida de los 300 Líderes, a la que, como cada año, concurren personalidades del mundo de la política, el sector empresarial, el medio artístico y del espectáculo (sin mencionar los que, como Sergio Mayer, deambulan entre los tres) y los medios de comunicación. Y el viernes, la tradicional comida por los 25 años del Comce, que capitanea con talento, buen humor, mi querido y admirado Valentín Diez Morodo, y que, un gesto a nuestros súper Diablos Rojos del Toluca… bueno, y al Presidente, EPN, que año con año es el invitado de honor, fue en Toluca (no es por ser aguafiestas, pero el Edomex ya es territorio Morena).

En la comida de los 300 Líderes, magistralmente organizada por los hermanos Ferráez, nuevamente demostraron su poder de convocatoria. Tres personas se llevaron todos los reflectores y compitieron sobre quién tenía la fila más larga para saludarlos: Alfonso Romo, próximo Jefe de la Oficina de la Presidencia y quien llevaba la representación de "ya saben quién"; la próxima secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, y el "héroe del momento", Ildefonso Guajardo, secretario de Economía y líder del equipo negociador, que llegó con el trofeo de haber, finalmente y por primera vez en el mundo, haberle encontrado la cuadratura a Trump, como escribió Los Angeles Times. Los dos primeros ganaron en lo que toca a la "cola" más larga; pero el tercero, Ildefonso, se llevó "el" aplauso más sonoro y todos los abrazos de reconocimiento. Con decirles que, en todas las mesas, lo mismo entre empresarios, políticos, periodistas, el comentario fue: Guajardo no se puede desperdiciar como funcionario público a partir del próximo primero de diciembre, pues es "el" negociador estrella del sexenio y quizá de la historia moderna de México. Presidente AMLO, ahí le hablan. Y si a eso le sumamos que es de los pocos que nunca –en sus casi tres décadas de servicio público– ha tenido un escándalo de corrupción (vamos… ni siquiera un rumor), pues el consenso es unánime.

Cómo dejar de mencionar que el discurso de género de Olga Sánchez Cordero fue muy criticado, sin embargo, Luis Castro, de Nueva Alianza, brincó para defenderla y, palabras más o menos, dijo que era pertinente, necesario y eficaz porque el hecho de que perturbara significaba que tuvo un efecto inmediato y no produjo indiferencia. Ah, y que tuvo la inteligencia de hacerlo frente al establishment, dominado por hombres. De testigo estuvo Luis Raúl González Pérez, de la CNDH. Ricardo Anaya reapareció y fue muy apapachado y comentando que sintió la persecución del Estado. En tanto, Marko Cortés aseguró en corrillos que ya traía acuerdo con Larios para que se bajara de la lucha por la presidencia del PAN.

Otro político que llamó la atención y estuvo en la mesa de honor fue Pancho Domínguez, quien llegó en muletas, pues en un partido de fut, en unas canchas que inauguró, se rompió el menisco. Por cierto, el abogado muy amloísta Javier Quijano también estuvo. Ah, y los más divertidos sin duda fueron Luis Alberto Azis y Ángel Alverde.

El viernes, en la comida del Comce hubo más de mil empresarios, una veintena de embajadores, por primera vez todos los líderes de las cúpulas y las principales asociaciones de la IP. Ahora bien, desde un presídium tipo Soviet Supremo –más de 20 y ninguna mujer– el primazo, Del Mazo, quien dio la bienvenida. Luego habló Guajardo, quien comenzó reconociendo a ProMéxico, a su director, Paulo Carreño, y a su antecesor, Francisco González (quienes no cabían en sus lugares del orgullo) "éste, que será recordado como el sexenio de la atracción de IED, Sr. Presidente, ProMéxico es responsable del 40 por ciento de los 193 mil mdd, que usted refirió en su Informe". Después EPN tomó la palabra en lo que fue el primer acto público con su secretario de Economía después del cierre del proceso de negociaciones y reconoció su talento y compromiso. Don Valentín, en su turno, hizo lo propio. El mayor aplauso, nuevamente, se lo llevó Guajardo, así como la fila más larga para tomarse selfies.

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