Lourdes Aranda

A 15 años de la quimera de los BRICS

1

Como es bien sabido, en un estudio de Goldman Sachs de 2001, Jim O'Neill acuñó el acrónimo "BRIC" para referirse a cuatro economías emergentes que parecían prometedoras: Brasil, Rusia, India y China. Grosso modo, los cuatro países compartían características, como el tamaño de su población, el crecimiento de su participación en la economía mundial, el aumento de su influencia política y su voluntad de cambiar el statu quo. O'Neill estimó que el tamaño de estas economías sobrepasaría al del G7 para 2050. En 2001 los BRIC juntos representaban 25% del PIB de Estados Unidos; hoy lo superan.

Los BRIC buscaron que su participación cada vez mayor en la economía global se reflejara en la toma de decisiones en los organismos financieros. Lo lograron de manera parcial, la crisis económica de 2008-2009 les abrió la puerta para participar coordinadamente en el G20 con las economías desarrolladas en la adopción de medidas para enfrentar la recesión, sin embargo su participación no se hizo en términos paritarios. Por ejemplo, China tenía derechos de voto menores en el FMI que muchos países europeos, a pesar de ser la segunda economía más grande del mundo.

Como respuesta, los BRIC impulsaron plataformas de concertación y de cooperación propias. Las cumbres anuales intentaron ser el G7 de las potencias emergentes. Los BRIC han defendido integrar una canasta de divisas para substituir al dólar como única moneda de reserva y promovido reajustar el poder de voto en el FMI. En estos años, los BRIC han nutrido la idea de que sin ellos es imposible avanzar en negociaciones urgentes sobre temas cruciales: la regulación de transacciones financieras, el cumplimiento de las metas de desarrollo, el combate al cambio climático y la lucha contra el terrorismo.

Quince años después, podemos decir que la idea de los BRIC fue seductora, pero parcialmente cierta. La fuerza del grupo dependió de la fortuna de China, centro de una nueva red de capitales y comercio que vinculan a 85% de la población mundial, en Asia, el Medio Oriente, África y Latinoamérica. El país asiático ha sido el principal promotor de las iniciativas del grupo al establecer instituciones paralelas a las de Bretton Woods: el Banco Asiático de Inversiones en Infraestructura y el Nuevo Banco de Desarrollo.

Los BRIC dejaron de ser motores de la economía mundial: en 2011 contribuyeron 25% al crecimiento mundial, en 2016 solo contribuirán 16%. En medio de escándalos de corrupción en el gobierno y el descenso del precio de las materias primas, el PIB brasileño se contrajo 1.7% en los últimos meses de 2015. Rusia, que enfrenta también a la caída de los precios del petróleo y a la imposición de sanciones, decrecerá este año cerca de 1%. China se mantiene como la economía más fuerte, pero su crecimiento se ha reducido (6.5% según cifras oficiales). La desaceleración china ha tenido repercusiones drásticas para Brasil y Rusia, quienes le proveen de materias primas. India parece el único país del cuarteto en condiciones relativamente buenas gracias a las reformas que ha emprendido el gobierno de Modi (su tasa de crecimiento pasó de 8.5% a 7%). Este año será particularmente difícil: el Banco Mundial coloca a los BRICS en los últimos lugares de buen ambiente de negocios por las características de sus regímenes políticos –no todos son democracias– y de sus mercados –son proteccionistas y renuentes a instrumentar reformas estructurales–.

El grupo de los BRIC nunca fue un grupo de pares. A diferencia del G7, su afinidad no tuvo más alcance que en los temas económicos e inclusive mantienen entre algunos de ellos conflictos fronterizos. Además el predominio de China, con independencia del destino del grupo, traerá también tensiones importantes con sus otros socios a largo plazo. Si los BRIC quieren volver a capturar la imaginación del mundo, es necesario que recuperen el dinamismo económico con reformas estructurales y que acepten sin ambages las responsabilidades a las que aspiran en el sistema de gobernanza mundial.

1) Desde 2011, para asegurar la representación de todos los continentes se incorporó a Sudáfrica por lo que el acrónimo se volvió "BRICS". La decisión fue controvertida pues el país africano no comparte la mayoría de las características de los otros miembros del grupo y tampoco es el líder indiscutible de esa región del mundo.

Twitter: @lourdesaranda

También te puede interesar:
Elecciones en Taiwán: China en la mirada
2015 en la balanza
La OMC, consecuencias de la tiranía del consenso

COLUMNAS ANTERIORES

A 64 días para el Brexit
2019: los peligros del año en que vivimos

Las expresiones aquí vertidas son responsabilidad de quien firma esta columna de opinión y no necesariamente reflejan la postura editorial de El Financiero.