Opinión

Los opositores a las reformas


 
Juan Antonio García Villa
 
Aunque ya eran conocidos sus excesos, por lo que algunas veces han informado de éstos los periódicos y aún más las imágenes de las notas televisivas, la verdad es que nada se compara con vivirlos en la realidad. Como ha sucedido en días pasados con los desmanes y tropelías llevados a cabo en la ciudad de México por los profesores de la llamada Coordinación Nacional de Trabajadores de la Educación, la hoy famosísima CNTE.Mucho se ha escrito ya sobre el tema en la última semana. En términos generales, la mayoría de quienes han opinado lo han hecho en el sentido de hacer notar la desconcertante pasividad de las autoridades que dotadas de facultades para impedirlos, nada han hecho para evitar tantos actos graves de atropellos callejeros en perjuicio de incontable número de personas.

Peor aún: no han faltado quienes consideran que en particular la autoridad capitalina, responsable de guardar el orden público, ha tenido no sólo una actitud tolerante –medrosa según algunos- sino hasta francamente cómplice, empezando por el propio jefe de gobierno.

Ha dado lugar dicho jefe a tales señalamientos por algunas de sus declaraciones que con cierta inconsistente lógica parecen –bajo una apariencia de enredo– más encaminadas a justificar la actitud de los revoltosos que a proyectar una imagen de civilizada tolerancia, para generar la comprensión de las miles y miles de víctimas que se han visto afectadas por las tropelías.

Lamentablemente no se trata de una mera cuestión de matiz, sino de fondo. Grave desde luego porque lo que está en juego no son cuestiones simplemente menores sino las grandes reformas de las que desde hace tiempo está urgido el país. Se trata de los cambios de gran calado, que no por decirlo con el lugar común deja de ser cierto, en materia educativa, energética, hacendaria, de telecomunicaciones y política.

Todas esas necesarias transformaciones tendrán en su momento grandes opositores. Ya los tenemos a la vista por lo que hace a la reforma educativa. Otra de las protagonistas iniciales opositoras de ésta no está visible, por estar encerrada y quietos ya sus correligionarios, atemorizados por cojear del mismo pie. Pero los de la CNTE ya nos han dado a entender de lo que son capaces si ven en riesgo serio sus intereses.

En el próximo septiembre veremos los extremos a que pueden llegar quienes están en contra de una reforma, que de verdad lo sea, en el sector energético. Quizá sus motivaciones no sean exactamente las mismas, pero sí sus efectos prácticos: sencillamente tratarán de impedirla.

Luego sacarán la cabeza, de hecho ya han asomado la coronilla, quienes se opondrán a una verdadera reforma en telecomunicaciones y en la materia hacendaria. A propósito de ésta, ha de tenerse presente que seguramente afectará el órgano más sensible del ser humano, que es el bolsillo. Los que han gozado de privilegios fiscales durante mucho tiempo quizá no aparecerán de cuerpo entero. Pero se valdrán, quizá, del recurso de empujar para que den la cara por ellos a quienes ya se sabe se opondrán con rudeza a que se graven con IVA alimentos y medicinas.

Cuando se plantean los temas cruciales de la reforma política, serán entonces los priístas quienes ocupen la escena. ¿Qué quedará al final de este ejercicio? Qué buena pregunta para la que hoy no se tiene ni se columbra respuesta.
 
 

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